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Gestión sanitaria

Quiero que me hagan un TAC

Frenar las pruebas innecesarias bajaría las listas de espera.

La fobia al cáncer, el doctor Google y el miedo de los médicos a ser denunciados ha desencadenado un abuso de las pruebas radiológicas en busca de un diagnóstico médico.

“Los radiólogos estamos desbordados”, dice el jefe de radiología del Hospital La Paloma de Las Palmas, Andrés Wiehoff, pese al riesgo que conlleva la exposición a radiaciones ionizantes, como advierten en la Organización Médica Colegial.

Radiografías, mamografías, estudios de medicina nuclear como la gammagrafía o el TC-Pet y los TAC (tomografía computarizada) son las pruebas radiológicas que más han aumentado en los últimos años, indica Manuel López Benavente, jefe de diagnóstico por imagen del Hospital Vithas Nuestra Señora de Fátima de Vigo. “Además de no ser inocuas aumenta el riesgo cuanto mayor es la dosis de radiación”, añade.

¿Sabía que hacerse un TAC equivale a la radiación de 500 radiografías si es del abdomen o la pelvis? O ¿que una urografía equivale a unas 100? Es cierto que actualmente el 80% de las decisiones médicas se toman gracias a ellas y que salvan vidas (cuando están indicadas), pero el responsable estratégico de la Seram (Sociedad Española de Radiología Médica), Ángel Morales, asegura que hasta un 30% de este tipo de estudios son innecesarios, es decir, no están justificados.

Pruebas que además incrementan las listas de espera y que de eliminarse se reducirían en un porcentaje similar, estiman en esta agrupación profesional. En España se llevan a cabo unos 30 millones de pruebas radiológicas al año.

Consejos

• Evitar mamografías antes de los 40 años si no hay factores de riesgo, advierten los radiólogos de Seram.

• Para diagnosticar la apendicitis en los niños, mejor ecografías que un TAC. Tampoco deben hacerse radiografías preoperatorias de forma rutinaria.

Estos estudios solo “están indicados cuando el beneficio para el paciente es mayor que el riesgo que conllevan”, que es lo que constituye el primer principio de radioprotección, explica Morales. No obstante, “son tranquilizadores porque el paciente ahora no se conforma si no le prescribes alguna prueba y un tratamiento”. Y todo pese a que muchas veces “en medicina hay que esperar”, advierte Wiehoff, porque hay problemas, como por ejemplo algunos de origen traumatológico, que suelen mejorar con los días.

Marisa España, jefa de radiofísica y protección radiológica del Hospital de la Princesa, insiste en que “existe una legislación muy exhaustiva sobre la exposición a las radiaciones y los equipos hoy están dotados con herramientas de información dosimétrica”.

Una nueva directiva europea (en proceso de transposición) va a endurecer las condiciones. La regulación incidirá en la necesidad de una mayor justificación de las pruebas y en la optimización de las dosis. Hará más hincapié en el diagnóstico por imagen, donde el TAC y los procesos intervencionistas (cateterismo cardiaco o vascular) o algunas pruebas de medicina nuclear son considerados procedimientos de alta dosis.

El TAC es el estudio con mayor radiación. En 2018 será obligatorio informar al paciente de las radiaciones que recibe, avanza Wiehoff.

Radiodermitis (quemaduras), daños en el ADN, carcinomas radioinducidos o cáncer hematológico son algunos de los riesgos a largo del abuso de la radiación ionizante, aunque concluye Morales, es difícil demostrar la relación causa efecto.

Mamografía, una por año

Aunque los nuevos equipos de radiodiagnóstico pueden radiar hasta un 40% menos que los antiguos, no todos los hospitales los tienen. Según el último estudio de Fenin (Federación de Empresas de Tecnología Sanitaria), en España uno de cada cuatro equipos de diagnóstico, monitorización y terapia están obsoletos. Los de más de 10 años no garantizan la calidad de la imagen, ni la optimización de la radiación.

Pero hay diferencia entre las autonomías. Marcelino Iríbar, miembro de la Seram y experto en mamografías, dice que en todos los hospitales públicos de Madrid hay mamógrafos digitales, que radian un 25% menos. “Incluso los mamobús lo son”, añade.

La demanda de estas pruebas también ha crecido mucho porque ha mejorado la educación sanitaria y por los programas de prevención de cáncer. La mayoría de las autonomías las hacen a partir de los 50 años, pero algunas han bajado a los 45.

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