¿Un rebote puntual o un cambio de tendencia?
Si a principios de enero el precio del petróleo alcanzaba mínimos de la década, con un valor por debajo de los 28 dólares por barril, desde entonces el precio del crudo ha aumentado un 65% hasta situarse en torno a los 46 dólares. Si bien como ya indicara Khalid Al-Fahid, presidente de Aramco, el petróleo a menos de 30 dólares tenía algo de irracional, entender las perspectivas de la oferta y la demanda de crudo resulta útil para entender si nos encontramos ante un rebote puntual o un aumento sostenido de los precios.
Las informaciones que nos llegan sobre la evolución de la oferta de crudo son contradictorias. Por un lado, la reunión de abril de la OPEP para fijar cuotas de producción concluyó sin ningún acuerdo, e Irán está decidido a aumentar su producción hasta los niveles previos a las sanciones de 2012. Además, el progresivo debilitamiento del Estado Islámico supone el fin de un elemento desestabilizador para los países productores de Oriente Medio y refuerza la visión de que la oferta de crudo en la región no se verá afectada por conflictos armados a corto y medio plazo. Por otro lado, importantes productores como Rusia, Arabia Saudí, Venezuela o Catar parecen dispuestos a congelar sus niveles de producción, y las previsiones apuntan a que el conjunto de los países no-OPEP reducirán ligeramente su oferta de crudo hasta finales de año. En conjunto, y a pesar de la excepción iraní y el desacuerdo de la OPEP, la oferta de petróleo da síntomas de empezar a contenerse.
Según la Agencia Internacional de Energía, durante el primer trimestre de 2016 la oferta de crudo siguió superando a la demanda (y ya son nueve trimestres consecutivos) en más de 1,5 millones de barriles diarios, algo que está llevando al límite la capacidad mundial de almacenamiento. Es difícil prever que sucederá si se siguen llenando los almacenes mundiales de crudo, que en algunas instalaciones críticas estadounidenses, como el almacén de crudo de Cushing, alcanzan ya el 90% de su capacidad. Algunos analistas prevén que si se mantiene el exceso de oferta, la falta de espacio de almacenamiento podría provocar un nuevo desplome del precio del crudo. Pero sin ánimo de restar dramatismo a la situación, hay que tener en cuenta que el ritmo de aumento de las reservas se está alejando de los niveles máximos de mediados de 2015, cuando había una sobreoferta de 2,2 millones de barriles diarios, un 46% más de la registrada para el primer trimestre de 2016.
En cuanto a los factores que afectan a la demanda, si bien durante 2016 se prevé que el ritmo de crecimiento de China y la OCDE se reduzca unas décimas, este hecho se compensa en buena medida por la mejora de los niveles de crecimiento del resto de BRICS. En conjunto, se espera que el PIB mundial aumente el 3,1% en 2016, dos décimas más que en 2015. Esta previsión de mejora es consistente con el hecho de que desde mediados de enero se haya doblado el valor del Baltic Dry Index, índice que mide el precio del transporte de materias primas en el mundo y cuyos aumentos suelen anticipar fases de crecimiento económico.
Según las previsiones de la Agencia Internacional de Energía, la mejoría económica que experimentaremos a lo largo de 2016 se traducirá en un aumento de la demanda de crudo de 1,9 millones de barriles diarios, previsión que supera en 0,7 millones de barriles las estimaciones de la OPEP. En cualquiera de los dos casos, si se mantiene la contención de la oferta, podríamos ver como para finales de 2016 o principios de 2017, oferta y demanda alcanzan niveles cercanos al equilibrio. Dadas las circunstancias y previsiones, y salvo que se produzcan sobresaltos de última hora, es posible que ya no volvamos a ver el crudo muy por debajo de los 40 dólares y que durante lo que queda de año su precio se acabe consolidando por encima de los 50-55 dólares, lo que significaría dejar atrás la etapa más aguda del “petróleo barato”, algo que sin duda agradecerán las empresas del sector.
Daniel Ruiz Ramírez es Analista de K2 Intelligence