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Tribuna
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Contradicciones financieras

La observación de hechos que suceden en concurrencia con otros aparentemente contradictorios propone aceptar la diversidad de opciones que conviven sin restarse rigor una a otra, por muy opuestas que puedan ser.

La imposible unicidad de las ideas, económicas y empresariales, permite la coexistencia de estrategias diferentes dentro de un mismo sector. Ello alienta la competencia con diferentes propuestas para un mismo producto o servicio. También posibilita el funcionamiento eficaz de mercados en los que coincide la operativa de quien desea vender activos con la contraria del que pretende adquirirlos, siendo el mismo valor de aquellos lo que da sentido a ambas decisiones.

Son muchos los ejemplos de ideas opuestas que coinciden en el tiempo sin diluirse una en otra, y de contradicciones teóricas que en la realidad práctica conviven con pacífica vecindad.

En el año 2013 se concedió el Premio Nobel de Economía a tres insignes investigadores, entre ellos a Fama y a Schiller, que proponen teorías notablemente divergentes. La eficiencia de los mercados y las teorías conductistas aplicadas a los mismos describen una diferente visión del funcionamiento de una misma realidad económica que, sin embargo, merecieron el reconocimiento en la misma edición, junto al trabajo de Lars Peter Hansen.

Igual ocurrió en su día con el Premio Nobel de Economía del año 1974, concedido a Friedrich Von Hayek y a Gunnar Myrdal, ambos defendiendo posiciones opuestas.

Puede también citarse aquí la aparente contradicción en las políticas de bancos centrales, subiendo intereses en un caso, como ocurre con la Fed, o manteniendo su tendencia a la baja, en el caso del BCE. Ello confirma que en una economía global pueden concurrir estrategias monetarias distintas.

En referencia a los intereses, como retribución a la concesión de un préstamo a fecha de hoy que debe ser devuelto en el territorio incierto del futuro, puede citarse su tránsito a valores negativos, poniendo de manifiesto la contradicción de que pueda ser el deudor quien de alguna manera deba ser retribuido por el acreedor, aunque el riesgo de la duda no recaiga en este último. Esta situación ya se había producido con intereses deflactados, pero ahora se hace explícita en términos nominales.

Existen también contrastes que no pueden ser merecedores de reconocimiento, ni considerarse fuente de conocimiento. Ejemplos inconvenientes en los que la contradicción atenta contra la más simple lógica. Muestras de incoherencia o de falta de sentido común, que no pueden ser fuente de oportunidades, pues carecen de rigor en sí mismas, como casos que relacionan ausencia de riesgo con rentabilidades muy altas en instrumentos financieros, o episodios en los que el interés a corto plazo ha sido más alto que el correspondiente al largo plazo.

El rigor es inexcusable, pero no siempre reside en una opinión unívoca o en la pureza de los modelos sin autocrítica, sino que puede admitir la pluralidad, incluso el conflicto, ante la necesaria adaptación a la realidad.

Es preciso, pues, asumir la contradicción e incorporar aquellas ideas opuestas, o distantes en su aplicación, cuya validez se asienta en razonamientos sólidos aunque no siempre compartidos.

Solamente el plan de futuro a largo plazo, frente a un estéril cortoplacismo, permite superar toda dificultad y aceptar contradicciones que, una vez más, serán gestionadas de la misma manera en que debe acometerse el cambio de toda coyuntura.

Y ello debe traspasar el mero ámbito teórico para traducirse en progreso y en convergencia de objetivos, por parte de actores que se apoyan en puntos de partida divergentes.

Son innumerables los ejemplos de organizaciones que asumen la contradicción en sus decisiones. Es el caso de dos sociedades que deciden fusionarse, haciendo frente a innumerables diferencias, ante un mismo mercado por el que antes competían. Similar reflexión puede hacerse en términos sociales o políticos, en momentos en que se precisan planes de acción útiles y sensatos. Ninguna realidad es igual a otra, ni existe una misma interpretación de cada una de ellas, por lo que en su análisis es preciso asumir la convivencia de lo contrario, si ello no supone un déficit de rigor. La consideración de lo opuesto puede ser fuente de confusión, o aportar un mayor abanico de alternativas ante determinada situación compleja de la cual no se dispone de experiencia previa.

Amadeo Arderiu es Doctor en Administración y Dirección de Empresas

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