Prince, el artista rebelde que enredó con su marca
Vio que el futuro estaba en los conciertos, pero erró al cambiar su nombre
Allá por 1992, cuando el artista Prince Rogers Nelson, fallecido el pasado jueves, contaba ya con un recorrido de más de diez años sobre los escenarios, tuvo lugar una anécdota que terminó de definir su imagen. Una discusión por temas legales con Warner, la discográfica con la que trabajaba, originó que el músico se viese obligado a dejar de utilizar su nombre artístico, Prince. Lejos de cohibirse, el icono del pop diseñó un logo que pasaría a utilizar como marca corporativa, y obligó a periodistas y demás voces del mundo de la música a referirse a él como el artista antes conocido como Prince.
Más allá de lo anecdótico de la historia, este hecho demuestra que el músico ya había confeccionado desde hacía tiempo su marca personal, y que esta podía sobrevivir incluso sin el nombre. Más de 40 trabajos discográficos y más de 100 millones de copias vendidas avalan esta idea. “Entendió desde el principio que para triunfar en su sector tenía que introducir elementos propios que le hiciesen erguirse como algo diferente”, explica el director del máster en Business Innovation de Deusto Business School, Francisco González Bree. En este sentido también se manifiesta el profesor de marketing de la universidad Rey Juan Carlos y docente de IE Business School, Pedro Reinares, quien destaca su capacidad visionaria para ver el futuro de la música por la vía de los conciertos, y no tanto por la venta de discos. “Pero no creo que el cambio de marca fuera un acierto porque no era reflejo de una estrategia, sino que era fruto del comportamiento de un genio”.
Prince, desde el comienzo se dio cuenta de que en unos años en los que la música, y en concreto su género artístico, subían como la espuma, era necesario dar un toque innovador a la marca. “La innovación no es más que una mezcla entre lo creativo y lo arriesgado”, prosigue González Bree. Así, despojado de su nombre artístico, Prince continuó haciendo aquello que le había llevado a dar el gran salto: innovar en lo referente a la música, ya que tocaba cerca de 20 instrumentos, y salir al escenario con una vestimenta y peinados tan poco convencionales que hicieron que la imagen tuviese casi tanto peso en su figura como las canciones.
Lo cierto es que como marca, apunta el profesor de marketing estratégico, Javier Rovira, Prince es inspirador sobre todo en el concepto de vivir una experiencia en directo, “prueba de ello es que si se ven los conciertos de Lady Gaga o de Beyonce hay un reflejo del cantante”. Es la base del marketing experiencial.
Un músico “bestial y excesivo”
Gay Mercader es el promotor musical más importante de España. Fue el responsable de los primeros conciertos en España de los Rolling Stones y de Bruce Springsteen (de este último que se cumplen 35 años). Sin embargo, tras 40 años organizando conciertos, reconoce deberes pendientes:“Ha habido dos grupos o artistas que he querido traer, y no he podido: Dire Straits y Prince”. A punto estuvo de conseguirlo, en Madrid, en un acuerdo que al final se vino abajo en el último momento. “Fue un artista bestial:un gran músico, bailarín, compositor, productor... Aunque también excesivo”, opina Mercader, refiriéndose a los cambios de nombre y del logotipo del artista.
“El problema que suelen tener músicos de ese nivel tan extraordinario es que, a su alrededor, no tienen a alguien que les lleve la contraria”, afirma Gay Mercader, conocedor de todos lo que se mueve en el mundo de la música. Recuerda la rivalidad que Prince tuvo con Michael Jackson. y cómo el primero llenó durante 21 días el pabellón 02 de Londres. Eso, según Mercader, motivó el programa de 50 conciertos de Jackson en ese mismo recinto, y que finalmente, no pudo llevar a cabo.