El eje turístico París-Bruselas se quiebra por los atentados
La entrada de turistas y la ocupación hotelera registran caídas históricas El turismo de lujo abandona París
Hoy lunes reabre la estación de metro de Maalbeek, uno de los escenarios de las matanzas del 22 de marzo que dejaron en la capital europea 32 víctimas mortales y centenares de heridos. El aeropuerto de Bruselas ya reabrió de manera simbólica el pasado 3 de abril, 12 días después de los atentados. Pero sigue operando con un tercio de su capacidad (unos 60.000 pasajeros al día en tiempos normales), con acceso limitado y hasta el pasado viernes (22 de abril) no entró de nuevo en funcionamiento el enlace ferroviario con el centro de la ciudad.
La lenta normalización del transporte simboliza las dificultades que afronta Bruselas, una ciudad que vive en gran parte del tránsito internacional y en la que el aeropuerto de Zaventem (a 11 kilómetros de la ciudad) es un pulmón económico esencial. El cierre de Zaventem y el desvío de vuelos hacia otros aeropuertos (nacionales, para los aviones más pequeños, e internacionales para los grandes) ha trastornado por completo la agenda de los miles de políticos, ejecutivos y lobistas que cada día llegan a la capital europea. “Estamos en una situación de contingencia y hemos tenido que cancelar muchas reuniones o hacerlas por teleconferencia”, señala Markus J. Beyrer, director general de la patronal europea BusinessEurope. El empresario austriaco, que narra sus propias peripecias para llegar a Bruselas desde Madrid y Viena, confía en que “la situación vuelva pronto a la normalidad”.
Pero esa no parece ser la previsión de las autoridades. El aeropuerto confía en que todos los vuelos (más de 600 al día) puedan despegar a partir de este verano desde Zaventem. Pero la normalización total del tráfico en la terminal, reventada por dos kamikazes el 22 de marzo, no llegará hasta principios de 2017, por lo que el turismo y el viaje de negocios continuarán sufriendo incomodidades. Alguna aerolínea, como la estadounidense Delta, ya ha anunciado que cancela durante un año (hasta marzo de 2017) una de sus rutas a Bruselas (la procedente de Atlanta). En la semana inmediatamente posterior a los atentados, los hoteles de Bruselas registraron una caída media de ocupación del 50% y en algunos establecimientos llegó a ser del 82%. El gobierno belga ya ha prometido medidas de ayuda, como retrasar el pago de las contribuciones sociales. Sophie Blondel, portavoz de la Asociación de Hoteles de Bruselas, calcula que se ha perdido un 40% del negocio y advierte de que existe un riesgo real de “un desastre social” si no se hace frente al desempleo temporal por fuerza mayor.
Bruselas confía en recuperar la frecuentación, porque su sector hotelero depende sobre todo del viaje de negocios, que inevitablemente debe pasar por la capital europea. La cadena hotelera española NH es la que más presencia tiene en Bélgica con cinco hoteles en Bruselas, dos en Gante y uno en Brujas y sus indicadores de llegadas y rentabilidad se han visto afectados por el cierre de la capital belga.
Pero la situación parece más dramática, si cabe, para París, donde el turismo de lujo, en particular el asiático y el estadounidense ha huido espantado y puede tardar en volver. La estrategia de rebajar precios para fidelizar a los turistas no funciona en este colectivo, que prioriza la seguridad frente al coste. La pasada Semana Santa, la tasa de ocupación en la capital francesa fue del 64%, 11 puntos menos que en el año anterior, a pesar de que los precios se rebajaron de media en un 9%, según datos de KPMG Consulting. El nivel de ocupación se encuentra en su punto más bajo desde 1991 y la recuperación que se apreciaba en enero y febrero, tras el atentado de noviembre, se ha quebrado con el 22M en Bruselas.
Desde la patronal Gebta, que engloba a las principales agencias de viajes de negocios en España, recalcan que los desplazamientos de ejecutivos se vieron prácticamente paralizados durante las dos o tres primeras semanas posteriores al atentado y, aproximadamente, a partir de la tercera se retornó a la normalidad. Meliá tiene seis establecimientos ne la capital francesa y su ocupación se vio afectada tan solo de forma parcial.
El limitado impacto del 11-M en Madrid
El atentado terrorista más importante que sufrió España se produjo el 11 de marzo de 2004, cuando diez bombas provocaron 191 muertos. El impacto en la industria turística fue muy importante, con cancelaciones de vuelos y una caída de la ocupación turística sin precedentes.
Una encuesta del lobby turístico Exceltur realizada unas semanas después evidenció que los efectos se limitaron a Madrid y que apenas duraron tres semanas. La encuesta reflejaba que solo un tercio de las empresas había sufrido una caída de las ventas a corto plazo. El porcentaje en Madrid se elevó al 82%. En el resto de comunidades, los porcentajes fueron muy inferiores y las ventas se recuperaron ya en la primera semana de abril.
El informe revela que el tirón de la demanda nacional, impulsada por un ajuste de precios, fue muy importante para recuperar la ocupación en Madrid. Si el impacto fue limitado y temporal entre las empresas, también lo fue en aquellas que cotizaban. Las dos hoteleras que cotizaban en aquella época (NH y Meliá) recuperaron todo lo perdido en 32 sesiones y las otras dos compañías ligadas al turismo que cotizaban incluso superaron sus cotizaciones en esa época.