Un toque nórdico
El fondo mantiene una rentabilidad media anual cerca al 8% desde 2012 Su gran virtud es que ha conseguido minimizar sus caídas en los momentos de volatilidad
Hace unos meses estuve en una convención de fondos de inversión, donde había varias reuniones diarias con diferentes gestoras. Como sucede en este tipo de eventos, hay fondos por los que tienes interés a priori y solicitas una reunión y otros en los que te ponen la reunión sin haberla solicitado, para completar las agendas.
En este evento, mi intención era no reunirme a ningún gestor de renta fija multiactivo. Los motivos no vienen al caso para este artículo, pero entre los fondos que me pusieron para completar agenda había uno que acabó siendo de los que más me gustó el proceso de inversión y la calidad del equipo gestor. Cuál fue mi sorpresa, para bien, al enterarme de que, con una filosofía similar, el equipo gestionaba un fondo de renta variable.
Y este es el fondo del que me gustaría hablarles esta semana: el Nordea Stable Equity Long Short. Bajo el paraguas de Nordea Asset Management, una gestora que tiene un patrimonio bajo gestión superior a los 183.000 millones de euros, y que incluye boutiques internas y externas, se encuentra el equipo de Stable Equities con Asborjn Trolle Hansen a la cabeza como responsable de multiactivos y Claus Vorm y Robert Naes como gestores principales del fondo. Estos tres directores cuentan con el apoyo de analistas del equipo.
El proceso de inversión parte de tratar de explotar una ineficiencia: que las acciones con baja beta ofrecen mayor rentabilidad a largo plazo. Por tanto, la parte larga de la cartera estará compuesta por aquellas acciones seleccionadas en base a este criterio aplicando unos filtros de liquidez y de estabilidad. Para, una vez que se ha filtrado una lista de unas 8.000 empresas, comenzar una segunda fase de valoración y análisis fundamental, con el objetivo de construir una cartera con un número de posiciones que oscila entre 50 y 75.
Para la parte corta de la cartera se utilizan futuros sobre índices bursátiles de forma que la beta global de la cartera sea cero o cercana a cero, si bien en términos de exposición neta esta será positiva.
La exposición bruta del fondo estará, generalmente, entre el 300% y el 325%, ya que para la parte larga se estará invertido en torno al 175%, un 85% mediante acciones físicas y un 90% a través de contratos por diferencias (CFD) y para la parte corta entre un 123% y un 149% a través de una cesta global de futuros sobre índices.
El hecho de que la parte corta sea del 123% o del 149% va a depender del estado en que se encuentre un indicador de sentimiento de mercado compuesto por medidas de riesgo de diferentes clases de activos como renta variable, crédito, divisas y materias primas, que han incorporado al modelo recientemente y que va a provocar que se ajuste la cobertura de la beta desde 0,7 a 0,85 cuando el indicador de riesgo esté en modo risk off, lo que haría que la cobertura pasase de 122.5% (175x0.7) a 148,75%. Por tanto, a pesar de que la exposición neta del fondo va a oscilar entre el 26% y el 52%, la cartera es más neutral a mercado de lo que la exposición neta sugiere.
En términos de variabilidad esperada de los resultados, el equipo estima que la volatilidad del fondo se sitúe entre el 8% y el 10%. Históricamente se ha situado entre 5,5% y 8%. Es de destacar que la volatilidad del fondo es mucho mayor en las subidas que en las caídas, que es la que realmente nos preocupa como inversores.
La rentabilidad histórica del fondo ha sido buena, casi el 8% anualizado desde su lanzamiento a finales de 2012. En periodos de 12 meses, su mejor periodo ha sido de 12% anual y en el peor periodo a 12 meses ha conseguido preservar capital. Para periodos de tenencia más largos, el fondo no presenta ningún caso con pérdidas.
Finalmente, en términos de máximas caídas medidas a través de periodos mensuales, estas se ha situado entre el 2% y el 5% y apenas han durado dos meses. Podemos decir que el fondo ha hecho honor a su nombre en lo que a estabilidad se refiere.