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Columna
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La apuesta de Wanda en China

El hombre más rico de China está demasiado ocupado agotando trofeos en el extranjero y construyendo centros comerciales en desconocidas ciudades chinas como para escribir un libro. Esa es probablemente la razón por la que Wang Jianlin ha decidido, en su lugar, agrupar una colección de sus últimos discursos.

De todos modos, el presidente del Grupo Wanda afirma que los libros de negocios son “tonterías”. En una audiencia en una escuela de negocios de China en 2012 aseguró que los títulos que dan recetas para el éxito no dan valiosas lecciones para el empresario en ciernes. Su The Wanda Way no es una excepción.

A pesar de la efusiva presentación de un profesor de Harvard, la apresurada mezcla de filosofía y anécdotas de Wang ofrece pocas pistas sobre cómo cualquier otra empresa podría adaptarse a unos mercados cambiantes o a los problemas de organización en la segunda mayor economía del mundo.

Sin embargo, los discursos ofrecen una idea sobre la navegación por las relaciones gubernamentales de China, un desafío que Wang dice que es más difícil de superar que “conseguir un doctorado en Harvard”. El funcionamiento de una empresa privada en la República Popular implica un complejo trato con el poder estatal, incluso para alguien leal al partido con las impresionantes credenciales de Wang.

Para Wang es más difícil superar las relaciones con el gobierno de su país que “conseguir un doctorado en Harvard”

Mientras construía su imperio inmobiliario demostró su capacidad para establecer alianzas con los funcionarios del gobierno que podrían prestar dinero durante la represión regulatoria o conseguir permisos para hacer negocios y cortejar a gigantes globales como Wal-Mart. Sin embargo, estas no son lecciones que cualquier ejecutivo occidental podría emular.

Wanda ya es un gigante en China y está trabajando para convertirse en una fuerza global con inversiones que van de las películas –pretende convertirse en el mayor operador cinematográfico de Estados Unidos– a los parques temáticos y una participación en el Atlético de Madrid. Los discursos de Wang arrojan luz sobre la forma en que espera que sus compras en el extranjero le ayuden a realizar sus ambiciones domésticas.

La huella de los centros comerciales de Wanda ofrece pistas sobre cómo quieren gastar su dinero los consumidores del interior de China. Aunque muchas de las ciudades más pequeñas del país son más grandes que la mayoría de las capitales europeas, son aglomeraciones sombrías de edificios cubiertos de azulejos y vidrio azul que se acercan poco al entretenimiento. Wanda quiere cambiar eso.

Wang asegura que su compañía tomará el control inmobiliario comercial en ciudades poco conocidas como Langfang y Wanzhou que otras empresas han rechazado. En lugar de ser dueño por completo de los desarrollos, Wanda operará centros comerciales y de ocio para otros inversores y llevará una mezcla de deporte, turismo y cultura que se basa en la experiencia adquirida en el extranjero. De este modo, Wanda espera ofrecer algo que nadie más puede dar y –en palabras reveladoras de Wang– “eliminar la competencia”.

El reto, sin embargo, será el de permanecer en el lado correcto del gobierno. The Wanda Way muestra cómo la mano del Estado ha guiado el éxito de la empresa. Operar hoteles en el extranjero no es solo cuestión de negocios, sino que también cumple con las “responsabilidades de Wanda con la nación china”. Recortar la contribución de las propiedades inmobiliarias a unos ingresos totales inferiores al 50% para el año 2020 no es solo una diversificación sensata, sino que realiza el “objetivo nacional para la reestructuración económica”.

Pero mantenerse en sintonía con los planificadores estatales es más fácil con la construcción de centros comerciales y oficinas que intentar sacar provecho de los espíritus animales de los consumidores chinos. Incluso el propio Wang admite que “en China, el fútbol y los mercados de valores son los retos más difíciles de superar”.

Wang apuesta a que los consumidores chinos de los pueblos pequeños meterán las manos en los bolsillos y gastarán dinero en los trofeos que ha adquirido en el extranjero. Aunque queda por ver si su apuesta en el exterior dará sus frutos, tiene una ventaja inicial. Al ser preguntado en Harvard sobre la principal competencia de Wanda Group , Wang dijo: “La primera ventaja es que tenemos el dinero”. Esa es una lección empresarial que nadie puede poner en duda.

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