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Acer decepciona con su primer smartwatch

Cuando llevamos años sumergidos en la 'era de los wearables', fabricantes como Acer siguen aún abrazados a la idea de que la 'relojería suiza' es sinónimo de éxito en un nicho en que Samsung y Apple ya han demostrado que no, lo que importa en un reloj inteligente no es tener la aguja precisa y anclarse a las bases del reloj de pulsera tradicional. Y el fracaso del Tag Heuer Connected hace evidente que los líderes del reloj tradicional no están a la cabeza de este nuevo catálogo de dispositivos.

Acer se alía con Victorinox para crear su 'reloj inteligente'

En lugar de haber destinado los recursos suficientes al desarrollo de su propio reloj inteligente para competir en tecnología y diseño con el Gear S2 o el Apple Watch, los máximos exponentes de entre los relojes inteligentes, Acer ha tomado otro camino. Pero tampoco se ha limitado a dar una opción económica y de utilidad como el Huawei Band o el Samsung Gear Fit, entre muchos otros.

Como camino alternativo, Acer ha tomado el atajo de crear un 'suplemento inteligente' para tratar de montarse a la estela del éxito de uno de los modelos tradicionales de Victorinox, y como resultado ha enseñado en el Mobile World Congress 2016 lo que, hace cuatro años, quizá habría colado como un prototipo conceptual en sus primeras fases de desarrollo. Ahora, en 2016 y con los rivales que anteriormente mencionábamos, sencillamente se ha posicionado como el smartwatch más esperpéntico desde los primeros modelos.

Un módulo superpesto para contar calorías, pasos recorridos y mostrar la hora

Una 'esfera superpuesta' es lo que propone Acer, y como base un único modelo de Victorinox compatible, al cual suma utilidades como mostrar la hora en formato digital o contar los pasos recorridos y calorías quemadas. Funciones controladas desde el smartphone, a pesar de que esto mismo lo puede hacer el propio teléfono inteligente y sin echar por tierra el trabajo de la relojera suiza en términos de diseño. Otro punto sobre el que se ha trabajado en este accesorio 'inteligente', además del marco plástico en color azul marino, es la propia esfera central transparente para seguir visualizando la aguja del reloj Victorinox, lo que nos permite ver la hora por duplicado, y con una 'sincronización' independiente porque el formato digital toma su referencia del terminal móvil, a través de la conexión Bluetooth.

Toda esta información que se muestra en el módulo, y que ya teníamos en el propio reloj -la hora- o en el propio smartphone al que se conecta -calorías quemadas según los pasos recorridos-, está basada en la tecnología LED, lo que permite su perfecta visualización con poca luz pero impide una correcta experiencia de uso a plena luz del día. Por lo tanto, y recordando que el reloj para el que está diseñado es metálico, evidentemente no se trata de un accesorio apto para deportistas. Tampoco cuenta con resistencia al agua o el polvo, y tampoco cuenta con sensor para la frecuencia cardíaca.

Un fracaso en el camino de la innovación

La intención de convencer a los usuarios del reloj tradicional de pulsera con nuevos dispositivos inteligentes parece el camino correcto según el éxito de modelos como el Samsung Gear S2 Classic o el Apple Watch. El diseño es una de las claves para convencer a ambos públicos, y en este campo las correas intercambiables de materiales de calidad y de cuidado diseño son las armas más potentes de los fabricantes que lideran el segmento wearable.

Ahora bien, en el terreno de los 'relojes inteligentes' este segundo atributo es esencial, la 'inteligencia'. Inteligencia aplicada al deporte con funciones y hardware como la monitorización del ritmo cardíaco o el sueño. Y enfocadas a la productividad con llamadas en 'manos libres', navegación GPS desde la muñeca, e incluso acceso a aplicaciones de mensajería instantánea de forma más rápida.

En este trayecto, que Samsung, Apple, Huawei o LG Electronics llevan algunos años definiendo, Acer ha tomado el atajo de evitar la fabricación y diseño de su propio dispositivo wearable en pro de un accesorio que, de momento, los expertos ya han calificado como 'la peor idea del Mobile World Congress 2016'

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