_
_
_
_
Breaking Views
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Portugal: una tormenta de deuda

Como nación de marineros, los portugueses deben saber cómo manejar una tormenta. El frágil Gobierno de la izquierda tranquilizó a los mercados de bonos el 23 de febrero al aprobar un presupuesto de emergencia. Sin embargo, la reciente alza en los rendimientos de los bonos muestra que Portugal sigue siendo vulnerable y la calma por la política de compras del Banco Central Europeo podría romperse. Lisboa ha entrado en un nuevo territorio financiero.

La tormenta del mercado siguió a una serie de malas jugadas por parte de la izquierda: una reestructuración desordenada de un préstamo de Novo Banco y un presupuesto considerado derrochador por los organismos de control fiscal de Bruselas. Ayer, el Gobierno logró pasar con facilidad la primera lectura de un presupuesto revisado con 900 millones de euros de impuestos adicionales. Esto, además de un compromiso de recompra de la deuda, hizo caer los rendimientos de los bonos portugueses hasta un 3,1% frente al 3,7% de mediados de febrero.

Se ha comprobado la fragilidad que tienen las finanzas portuguesas. Tuvieron un estancamiento en su crecimiento en la segunda mitad del año pasado y ahora su inflación se acerca a cero, con una deuda pública y privada altas. Supongamos que la producción crece en torno al 1,5% y que la inflación se recupera un 1%. Incluso con los rendimientos actuales del mercado, la deuda caería lentamente al menos un punto porcentual del PIB, gracias a un superávit fiscal previo al pago de intereses del 2%. Sin embargo, cualquier recesión o una inflación baja sostenida implicarían un aumento de la deuda o la necesidad de exigir más austeridad, lo que podría desencadenar una crisis de Gobierno.

Portugal pone de relieve la debilidad permanente de la zona euro. La política de compra de bonos del BCE y de control de la inflación está ayudando, pero puede que Europa tenga que necesitar algo más: una mayor coordinación fiscal, un compromiso más profundo con las reformas, una política monetaria más expansiva y la reestructuración de la deuda. El trauma que está viviendo Portugal muestra que el BCE no puede suprimir los rendimientos de forma indefinida y eso puede presagiar una tormenta mucho más grande.

Archivado En

_
_