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Columna
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La idea de Trump que no pasa el test

Al intentar cerrar las puertas de Estados Unidos a los musulmanes, Donald Trump ha fracasado en su primera gran prueba filosófica como posible presidente. Así lo interpretó la mayor economía del mundo, en parte debido a que ha estado abierta a los flujos de capital y de personas –incluidos los del mundo árabe–. El magnate inmobiliario Trump parece no comprender que el capitalismo que lo hizo rico depende de esa apertura.

Pensemos primero en la interdependencia financiera. Los dólares invertidos en deuda estadounidense por emiratos ricos en petróleo de Oriente Medio han ayudado a financiar los gigantescos déficits estadounidenses. Las naciones exportadoras de petróleo, incluyendo a Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos, fueron los cuarto mayores tenedores de bonos del Tesoro hasta finales de septiembre.

Al pedir fronteras cerradas, Trump se refería a la gente, no al dinero. Pero es difícil cerrar la puerta a uno sin repeler al otro. Las empresas estadounidenses, de Citigroup a Twitter, también se han beneficiado de las inyecciones de capital árabe. Estados Unidos habría tardado más en salir de la crisis financiera si el dinero musulmán se hubiera rechazado.

Trump se ha beneficiado directamente de algunos de esos enclaves de Oriente Medio que abarcan la marca estadounidense de capitalismo de libre mercado. Cuando el presidente George W. Bush describía Dubái como un estado musulmán modelo, Trump estaba intentando desarrollar un proyecto inmobiliario allí. Sus lazos en Dubái van del golf a las ventas minoristas. El multimillonariode Dubái Khalaf al-Habtoor ha asegurado que se arrepiente de haberlo respaldado. Además, un importante minorista del emirato se ha deshecho de los productos relacionados con Trump.

Si Trump no es capaz de ver que la apertura es mejor que el cierre, es difícil ver cómo puede hacer grande a Estados Unidos de nuevo.

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