Quién debe pagar la crisis de Abengoa
El coste por reflotar Abengoa o lo que quede de ella debe ser compartido. Pero los bancos deben afrontar la parte del león, y el Estado debe renunciar únicamente a la parte de riesgo que tiene asumido, y ni hablar de incrementar el gasto público para sacar del atolladero a unos gestores negligentes ni para arreglar las apuestas fallidas de la banca ni el futuro de la plantilla de Abengoa, por cierto que sea que son los trabajadores quienes menos culpabilidad tienen en este fiasco corporativo.
Es llamativo que a fecha de hoy sigamos sin conocer, (a lo mejor nadie lo conoce), cual es el estado contable de Abengoa, cuando se trata de una multinacional con décadas de funcionamiento y que cotizada en el más selecto de los índices bursátiles españoles, además de hacerlo también en Nueva York con su filial Abengoa Yield. Solo la deuda bancaria y los bonos emitidos son conocidos porque los acreedores han puesto en orden los fondos exigibles a la empresa andaluza, pero nada cierto se sabe sobre el valor de la deuda con proveedores. No hay, por tanto, una cifra de consenso sobre el pasivo total de la empresa.
Pero sea el que sea, la empresa tiene solución. Tiene buenos activos, tanto en la economía tradicional como en la ligada a las nuevas tecnologías. Su problema fundamental es que no genera caja con el ritmo suficiente como para hacer frente a los pagos de sus deudas y hacer frente a los gastos de explotación. La solución no tiene que ser contractiva como en el caso de las empresas cuyas activos estaban muy sobrevalorados o con descensos en los precios descomunales en periodos cortos de tiempo. No es una empresa inmobiliaria en la que el valor del suelo o los inmuebles se desploman y quedan muy por debajo del endeudamiento tomado para adquirirlos.
En este caso los créditos concedidos, especialmente cuando se trata de deuda con recurso (concedido para proyectos concretos), tienen un valor ajustado al de los activos; esto es: su subyacente no se ha depreciado, ya que supónese que la banca que concedió los créditos hizo un cálculo del riesgo y ajustó crédito a valor del activo o del proyecto. Por tanto, si ese diferencial no se ha deteriorado, salvo en el caso de las instalaciones en España que han tenido un recorte de las subvenciones, la banca tampoco debería asumir mucha pérdida. Pero es claro que es la banca quien tiene que asumir la responsabilidad, junto con los gestores de Abengoa, para redimensionar la empresa. Quien concede los créditos, mide el riesgo y asume la pérdida.
La intención de que sea el Estado quien asuma una parte de la responsabilidad porque habrían sido los recortes en las subvenciones de las renovables quienes han puesto en aprietos a Abengoa no se sostiene en pie: solo el 12% de los ingresos de Abengoa se generan en España, y parece que el problema no es de un 12%. Además, la rentabilidad garantizada por la norma a los activos de renovables es de al menos un 7% anual. ¿Qué negocio proporciona un 7% hoy en España?
La administración pública tiene su riesgo, a través del ICO y de Cesce, y también tendrá que encajar su parte de la pérdida. Pero ni un euro más del debido, no ya porque la Unión Europea vigile las ayudas de estado, sino porque no es su responsabilidad, ni siquiera por lo qyue puede suponer en materia de desempleo sobrevenido si se jibariza la empresa.
El problema de Abengoa es de liquidez, y alguien tiene que ponerla. Sea un inversor industrial o financiero que toma el control de la empresa e incluso una participación mayoritaria en la sociedad, sea la propia banca para evitar una entrada en concurso que se limite a un troceamiento de la empresa y su venta. Siempre habrá empresas dispuestas a comprar los buenos activos, pero seguramente la sociedad es más valiosa con todos sus activos unidos, aunque tenga que mediar una quita de la deuda tanto por parte de la banca como de los proveedores.