El problema de lograr un rendimiento del 5%
Las personas que dejan su dinero en un fondo no son conscientes de lo que pagan al gestor Pretender obtener una rentabilidad alta con los tipos al cero por ciento comporta riesgos
Vivimos en tiempos relativamente extraordinarios en lo que respecta a la economía y los mercados financieros de lo que llamamos los países desarrollados, que básicamente son los de Norteamérica, Europa y Japón. No se puede decir que nunca en la Historia se ha vivido en un entorno de tipos de interés cercano a cero (o negativos) y de inflaciones anémicas, a pesar de todo tipo de estímulos monetarios y fiscales, pero desde luego no en el pasado reciente y hablamos de varias generaciones.
Ello, en realidad, no es más que reflejo de una economía que sea por las razones que sean (demográficas, sobre capacidad….) está instalada estructuralmente en un periodo de muy bajos crecimientos reales.
Como una conocida consultora macro neoyorkina, ECRI, lo pone de manera gráfica y muy sencilla, el crecimiento tendencial de medio plazo de la economía estadounidense es de un exiguo 1%, muy alejado de crecimientos históricos de largo plazo del 3%-4%.
Las matemáticas son simples. El crecimiento del PIB (que es lo mismo que decir de la actividad económica) viene dado por dos variables. El crecimiento de las horas trabajadas y la productividad, que no es otra cosa que la producción que se consigue por cada hora trabajada.
Los datos para el país que se considera con razón como alumno aventajado de Occidente y el mundo desarrollado son concluyentes. Para el primer factor la oficina del Congreso estadounidense observa que el potencial de crecimiento de la fuerza laboral en Estados Unidos (íntimamente ligado al número de horas trabajadas) ha venido promediando un 0,5% en los últimos años y su previsión tendencial para los próximos diez años es que se mantenga alrededor de ese guarismo dadas las condiciones demográficas.
La productividad también ha venido creciendo en los últimos años a esa tasa promedio del 0,5% (siendo incluso negativa en los dos últimos años) y se sitúa muy lejos del más del 2% que venía promediando desde el final de la segunda guerra mundial.
Contrariamente a las horas trabajadas, el crecimiento de la productividad es difícil de predecir y seguramente en algún momento protagonice el salto deseado a niveles mucho más elevados pero no existe ninguna razón evidente para pensar que lo vaya a hacer a corto plazo.
Más bien, podemos especular que viendo los desarrollos tecnológicos y los segmentos de la pirámide poblacional que tiene la capacidad de hacer mayor y mejor usos de ellos, pueden pasar unos cuantos años antes de que la combinación alcance un punto óptimo que conduzca a aumentos de la eficiencia significativos a la hora de producir. Por tanto, la suma de 0,5% más 0,5% nos da 1%.
En este contexto los ciudadanos españoles buscan sacar una rentabilidad a sus ahorros. Los depósitos a plazo (uno de sus productos financieros favoritos) apenas ofrecen rentabilidad alguna como corresponde a una especie de bono o préstamo a corto plazo que hacemos a entidades que se suponen solventes o que al menos en buena medida tienen la garantía estatal (hasta 100.00 euros).
Preguntados por qué rentabilidad anual desean, el 5% como promedio se sitúa entre los guarismos más populares. No es de extrañar si nos paramos a pensar que la inflación media histórica puede moverse alrededor del 2-4%, los tipos de interés en ese mismo rango y “algo” extra habrá que sacar al dinero para que gane un poco de valor y como pago por el plazo y “pequeño” riesgo asumido.
Por ello, tampoco es de extrañar que entidades financieras, gestores de fondos y asesores en su oferta de inversión hagan referencia a ese mágico y deseado número. En el mundo de los fondos de inversión el objetivo de rentabilidad de euríbor o Eonia (los tipos del mercado monetario que están a cero) más un 5% anual sigue siendo el más extendido.
Me temo que se trata de un objetivo altamente ambicioso en el entorno actual que les describía más arriba desde un punto de vista económico y del que muchos ahorradores ignoran los riesgos asociados.
Esquemáticamente buscar un 5% de rentabilidad anual neta significa que el gestor, banquero o asesor más extendido y que cobra (por desconocimiento de los inversores) del orden del 2-3% anual debe conseguir en realidad un 7-8% en las inversiones que realice.
Por ponerlo en contexto, esta es la rentabilidad de los bonos de empresas de peor calidad entre el segmento de los llamados bonos “basura” o de alto rendimiento. Este es el tipo de rentabilidad que los bonos de Abengoa ofrecían hasta hace bien poco y que han pasado a valer muy poco o nada.
La lógica es clara: con el 5% se está pidiendo multiplicar por varias veces la tasa libre de riesgo (tipos de interés a corto). En un entorno histórico de tipos e inflación del 3% sería equivalente a buscar rentabilidades del 15 o 20% anuales con los riesgos que conlleva.
Por todo ello, recomiendo a los lectores que no pierdan la referencia actual que verdaderamente vale: tipos cero e inflación cero. Todo lo demás es una llamada a la codicia de los inversores y que desgraciadamente tan bien funciona como reclamo comercial pero tantos damnificados financieros deja por el camino.