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Columna
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Los bonos europeos piden un cambio

Para Alemania y Reino Unido debería ser un juego de niños vender sus bonos relativamente seguros cuando los mercados son volátiles y la incertidumbre económica es alta. No tanto.

El problema no es la demanda de los inversores finales. La rentabilidad de los bonos de Reino Unido y Alemania apenas se dispara. El cuello de botella implica a los operadores primarios –los bancos que tienen el privilegio de comprar bonos directamente de los gobiernos a cambio de actuar como creadores de mercado en la negociación secundaria–.

Para los creadores de mercado, lo que una vez fue un privilegio bastante lucrativo se está convirtiendo en una carga. Las nuevas regulaciones han hecho que sea más caro para ellos aferrarse a la deuda. Incluso sin regulación, los grandes giros en los mercados de deuda pública en el último año inspiran cautela. Hace falta una reforma. Una opción podría ser emitir pequeñas cantidades de deuda en subastas más frecuentes. Esto reduciría el riesgo de que los operadores primarios se quedaran con demasiado inventario sin vender.

Para los creadores de mercado, lo que una vez fue un privilegio lucrativo se está convirtiendo en una carga

Otra idea es comenzar a reducir el papel de estos intermediarios. Algunos países ya han iniciado este camino. Los inversores minoristas de Estados Unidos pueden comprar bonos directamente online al Tesoro, aunque de forma ligeramente diferente a los jugadores más grandes. Los bonos italianos a medida para los pequeños inversores se suelen vender como churros.

Por supuesto, cada país tiene sus peculiaridades. El Tesoro de Estados Unidos ya emite mucho y a menudo, en la moneda de reserva mundial. Los italianos tienen un sesgo histórico hacia la renta fija. Además, las oficinas de deuda pública aún tienen que mantener contentos a los creadores de mercado.

Con el tiempo, los bancos centrales podrían asumir el papel de “creadores de mercado de última instancia” en liquidaciones de bonos volátiles, como sugirió un alto funcionario del FMI en junio. Razón de más para reconsiderar la necesidad de que los intermediarios vendan deuda pública.

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