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A partir de 10 millones de dólares

Lo último para millonarios: mansión en una isla flotante

La firma Christie’s comercializa en Maldivas, Dubái y Miami estas propiedades de lujo artificiales

Alfonso Simón Ruiz

Este verano se supo que Cristiano Ronaldo, delantero del Real Madrid, había regalado una isla griega a Jorge Mendes con motivo del enlace de su representante. Ese tipo de propiedades tiene un coste como mínimo de tres millones de euros. Quizá se ponga de moda entre millonarios y famosos esos dispendios, pero para eso no hace falta colonizar la costa helena. A partir de ahora, pueden comprar una isla artificial y flotante a medida.

Christie’s International Real Estate, la división inmobiliaria de la casa de subastas, en una iniciativa pionera en el mundo, acaba de comenzar a comercializar este tipo de propiedades flotantes pensadas solo para los más pudientes. De hecho, se vende con la idea de “ultralujo”. Se trata de unas mansiones diseñadas a medida del comprador, con un precio a partir de los 10 millones, según informan los promotores.

La novedad consiste en que la isla es totalmente artificial y, en principio, puede ser alojada en cualquier parte del mundo. Aunque los promotores han seleccionado, de momento, tres localizaciones iniciales que habitualmente son residencia de multimillonarios: Maldivas, Dubai y Miami (EE UU). El primer proyecto se denomina Amillarah y estará en pleno Índico, en las Maldivas, compuesta por 10 propiedades flotantes a 25 minutos en barco del aeropuerto.

La idea original de estos atolones prefabricados proviene de la empresa holandesa Dutch Docklands, que desde 2005 diseña innovadoras soluciones de casas flotantes, inspiradas en la tradición del pequeño país en ganar espacio al mar y aprovechar sus múltiples canales. Si la parte arquitectónica corresponde a esta compañía, la venta la realizará la casa Christie’s.

“No solo hemos creado una nueva marca de lujo mundial con Amillarah, sino también una nueva industria de promoción de islas privadas para atender a nuestros clientes más exigentes”, asegura Paul van de Camp, consejero delegado de Dutch Docklands. “Además de nuestro proyecto de Maldivas, hemos firmado nuevos desarrollos en Dubai y Miami, y estamos buscando activamente oportunidades en todo el mundo”, añade. Esto permitiría prácticamente poder instalar esa isla portátil en cualquier lugar del mundo en que se desee.

“Los compradores pueden elegir el tamaño, la forma y el estilo de sus residencia, dentro de una amplia gama de lugares, empezando por lasMaldivas”, explica en una comunicado Dan Conn, responsable de Christie’s International Real Estate.

Cada residencia ganada al mar está diseñada por el arquitecto Koen Olthius, uno de los fundadores de Dutch Docklands y señalado por la revista Time como una de las personas más influyentes del año. Cada comprador puede crear a su gusto la isla y la mansión que la corona.

La idea de negocio proviene de una necesidad que han detectado estas empresas en el mundo del lujo: la escasez de islas apropiadas para los multimillonarios, que buscan intimidad y libertad. Los islotes privados tradicionales están demasiado aislados en medio del océano, según los promotores, por lo que convierte en ardua la tarea de llegar, la construcción y el mantenimiento es muy caro y, además, se ven amenazadas por el aumento del nivel del mar provocado por el calentamiento global. También es complicado conseguir los suministros necesarios. Por eso, la solución pasa por acercar estos falsos terrenos flotantes a urbes como Miami y Dubai.

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A la aventura empresarial se ha sumado la compañía kuwaití Oqyana Real Estate, que construye en Dubai la promoción conocida como The World, un conjunto de islas artificiales con la forma de los cinco continentes. Allí se situarán ahora 33 islas flotantes de ultralujo, con mansión, piscina, jardín, playa y amarre. En el caso de Miami, serán 30 propiedades en un lago y otra que disponga de instalaciones comunes.

La ingeniería de estas propiedades permite salvar las crecidas del mar a la vez que mantienen una estructura estable. De hecho, la empresa constructora garantiza que la base bajo el mar dure al menos un siglo. Además, los creadores holandeses han querido que estas mansiones no solo sean autosuficientes sino que reduzcan al mínimo el impacto ambiental. En el proyecto Amillarah participa la ONG Ocean Futures Society, creada por el ya fallecido oceanógrafo Jacques Cousteau, que se encarga de auditar el daño y de estudiar las distintas maneras de crear nuevas barreras de coral artificiales y de mejorar los hábitat submarinos bajo estas residencias, según los promotores.

Sobre la firma

Alfonso Simón Ruiz
Graduado en Economía y máster de Periodismo UAM / EL País. En Cinco Días desde 2007. Redactor especializado en información empresarial, especialmente sobre el mercado inmobiliario, operaciones urbanísticas y, también, sobre la industria farmacéutica y compañías sanitarias.

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