En defensa de los fondos de inversión con gestión activa
Pese a los buenos resultados de los fondos pasivos, es la hora de la selección de valores No se debe comprar la evolución de fondos y de índices, que no tienen costes de trasacción
Que los fondos de inversión no baten al mercado es una de las afirmaciones mejor vendidas del sector financiero, porque con ese análisis tan simplista, hay una corriente académica que ha conseguido convencer al inversor de la calle. Los fondos de inversión no baten al mercado porque son el mercado, menos una comisión. Intuyo sin ser matemático que la rentabilidad del mercado, menos una comisión, es menor que la rentabilidad del mercado y de ahí la simpleza de la afirmación inicial.
Adicionalmente, los fondos son posiblemente el único activo en el que el inversor ve exactamente lo que recibe en términos de rentabilidad. El valor liquidativo (precio) de los fondos recoge todos los costes que paga el inversor final. A diferencia de los ETFs, las acciones o los bonos donde no se muestra con trasparencia la rentabilidad total que un inversor obtiene.
Ya sea por costes de custodia, de intermediación o por el diferencial entre el precio de oferta y de demanda, comparar la evolución de precios de un fondo con la de un índice, o una cesta de unas pocas acciones o con cualquier otro activo financiero, asumiendo que ésa es la rentabilidad neta obtenida por inversor, es un error que no debe ser admitido por ser más repetido.
Esto que cuento, a muchos lectores les parecerá de locos, aunque sólo sea por las veces que han leído esa historia de que un mono tirando unos dardos a una lista de acciones, bate a la industria de fondos de inversión. El error no está sólo en la muestra considerada y en eso de que el mercado no puede batir al mercado, pero además, los inversores no tenemos la suerte que tiene el mono, de poder tener una cartera de acciones sin pagar comisión ni de intermediación, ni de custodia, ni de ningún otro tipo.
Típicamente, al hablar de gestión activa, pensamos en renta variable, pero en otras clases de activo las ventajas de la gestión activa resultan más evidentes y eso tiene mucho que ver con la metodología de construcción de los índices. En renta fija, con contadas excepciones, tienen mayor peso en los índices las compañías o países con mayor volumen de deuda emitido. Aquel inversor que prefiera prestar dinero a quien menos endeudado está, debe huir por tanto de la gestión pasiva en renta fija.
En cualquier caso, ni mucho menos quiero parecer un fundamentalista de la gestión activa. Defiendo que en determinados entornos de mercado, con determinados horizontes de inversión e incluso con carácter más general, en determinadas categorías de fondos, tiene más sentido invertir en un índice que en un fondo gestionado activamente, pero con el matiz de que “el índice” no es de por sí un activo invertible, sino que habrá que invertir en algún activo que replique ese índice, con sus comisiones y gastos asociados.
Hay estudios que demuestran que la gestión realmente activa, es decir, aquellos fondos que tienen una cartera realmente diferente a la de su índice de referencia (medida por el active share), sí que baten consistentemente a sus índices de referencia. Lo que no funciona es la gestión pasiva (o poco activa) con comisiones de gestión activa.
A pesar de que el fondo de inversión medio no bate a su índice de referencia, los que tienen mayor active share sí que lo hacen. En líneas generales, los últimos años no han sido buenos para la gestión activa pero lejos de ser el momento de claudicar e indexar las carteras, ha llegado el momento de apostar por la gestión activa.
El mal comportamiento relativo de los últimos años se explica principalmente por tres razones. Primero, por la dispersión de retornos entre acciones extremadamente baja. Segundo, porque los inversores buscando bond proxies en lugar de fijarse en los fundamentales de las compañías y la valoración sus acciones, consecuencia de un entorno de tipos de interés anormalmente bajos. En tercer y último lugar, por el mal comportamiento relativo de las pequeñas compañías, que tienen un menor peso en los índices.
Todos estos factores se están dando la vuelta y ahora es el momento de hacer caso a otra de las típicas frases de la industria financiera: rentabilidades pasadas no garantizan rentabilidades futuras.
La crítica manipulada o mal informada a la gestión activa me parece incluso irresponsable. Puede llevar a muchos inversores no profesionales a huir del asesoramiento o gestión de un profesional, lo que no es muy diferente a automedicarse sin ser médico o elegir dónde deben ponerse los muros de carga de nuestra casa sin ser arquitecto.
Quiero ser el primero en criticar a los malos fondos de inversión y a los gestores que cobran una comisión de gestión por no gestionar, pero también en defender a los buenos gestores que ofrecen a sus inversores una solución de inversión rentable, diversificada, líquida, sin riesgo de balance de la entidad depositaria, con una regulación que defiende al inversor minorista y fiscalmente eficiente.