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El Foco
Tribuna
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El papel clave de las Sociedades de Garantía Recíproca

La evolución del crédito en España, como indicador del incremento de la actividad empresarial y de la generación de empleo, explica efectivamente en gran medida el crecimiento económico que se ha registrado en nuestro país desde hace casi dos años, y muy especialmente desde enero pasado, con tasas de aumento del PIB incluso por encima del 3%.

Parece, por lo tanto, poco coherente afirmar en estos momentos que las Sociedades de Garantías Recíprocas (SGR) puedan y deban desempeñar un papel fundamental para la corrección del mercado crediticio en España. Si el crédito evoluciona positivamente, tanto en flujo como en términos de coste, ¿qué función correctora pueden aportar las SGR?

El 88% de las empresas de menos de 10 empleados sigue teniendo dificultades para acceder al crédito

Es evidente que el crédito bancario a las empresas ha aumentado significativamente durante los últimos 12 meses. Pero, según los propios informes del Banco de España, ni ha crecido lo suficiente ni ha sido similar para todas las empresas. Entre otras cosas, porque el flujo del crédito destinado a las empresas de menor dimensión se mantiene aún en tasas negativas. Lo que significa que una gran parte de las empresas con menos de 10 empleados (el 88% del total) siguen teniendo grandes dificultades para acceder al crédito y, en consecuencia, para expandirse y generar empleo.

No hay más que aproximarse a la estadística que ofrece mensualmente el Ministerio de Empleo y Seguridad Social para evaluar el impacto del crédito en el crecimiento del número de empresas y de empleados.

Durante los últimos 12 meses, que coincide con la mayor recuperación del crédito a las empresas, el número neto de pymes (uno a 250 trabajadores) ha aumentado casi un 2%. Sin embargo, el incremento de las micropymes (uno a nueve empleados) se sitúa medio punto por debajo.

Y en términos de empleo, mientras el conjunto de las pymes ha elevado sus plantillas un 4,14%,, las de menor dimensión (uno a nueve empleados) han aumentado el número de empleos un 2,90% (1,24 puntos menos).

Por contraste, las medianas y grandes empresas han incrementado un 5% aproximadamente tanto su número neto, como el volumen de empleados.

Es decir, el motor más voluminoso de nuestro sector productivo –integrado por micropymes, autónomos y nuevos emprendedores–, que es el mercado natural de las SGR, sigue gripado. Y no coge velocidad a causa de las dificultades que tiene para acceder al crédito y poder financiar sus proyectos de expansión o de consolidación. Por eso suelo insistir en que, en estos momentos, las SGR pueden y deben asumir un papel fundamental para corregir los fallos del mercado crediticio.

Somos, en definitiva, una parte importante de la solución que exige la normalización del crédito bancario, del que dependen más del 70% de las empresas españolas. Y como no somos bancos, sino entidades financieras sin ánimo de lucro gestionadas por empresarios, entendemos el problema, analizamos con criterios empresariales cada uno de los proyectos que se nos presenta y autorizamos más del 80% de las operaciones.

Su valor es el de las garantías porque avalan el crédito en el caso de convertirse en fallido

De esta manera, mientras un autónomo o una pequeña empresa –en el caso de que pudiera acceder al crédito– tiene que afrontar un coste por intereses del 7% y un plazo medio de amortización generalmente reducido (entre dos y cuatro años), cuando se acerca a una SGR puede formalizar una operación con un tipo medio de interés del 4,5% y un plazo de amortización medio de casi siete años.

No se interprete este análisis de la realidad como una crítica a los bancos. Las entidades bancarias están sujetas a una normativa que exige dotaciones inmediatas y unas garantías mínimas necesarias a las que, en muchas ocasiones, no pueden hacer frente las empresas de menor dimensión. Porque lo que sí se ha demostrado en los últimos 18 meses es que sí se ha normalizado el crédito para las medianas y grandes empresas, que en su gran mayoría han podido hacer frente a los costes y las garantías del crédito nuevo, o han podido refinanciar en mejores condiciones determinadas operaciones realizadas en el pasado.

El valor añadido que aporta una SGR es precisamente el de las garantías. El aval de una de las 20 SGR que operan en España es suficiente para que la entidad bancaria pueda formalizar la operación sin coste para ella en dotaciones y sin temor a las garantías, porque la SGR avala el crédito en el caso de convertirse en fallido.

La SGR puede aportar ese valor gracias a la magnífica labor que realiza la Compañía Española de Reafianzamiento (CERSA) y a la tarea solidaria que prestan los socios partícipes de las SGR (los casi 117.000 beneficiarios de los avales concedidos) y los socios protectores (administraciones autonómicas y locales, cámaras de comercio y entidades financieras), con sus aportaciones al capital social.

Gracias a todos ellos y a la gestión de nuestro personal técnico, las SGR gozan actualmente de una solvencia superior al 12% (cuando el mínimo exigido es del 8%) y registran una tasa de morosidad del 8%, también muy inferior a la media del sector bancario. Por eso vamos a poder aumentar nuestra actividad un 25% este año –y otro 25% en 2016–, tal y como contempla nuestro plan estratégico actualmente en vigor.

José Rolando Álvarez es presidente de SGR-Cesgar y de Iberaval

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