Creciendo a ritmo de vértigo
Este año hemos conmemorado el 70 aniversario de la derrota de la Alemania nazi y el Japón militarista y honramos a las decenas de millones de personas que perecieron en la Segunda Guerra Mundial para salvar al mundo de la tiranía.
Pero nadie ha recordado lo que sucedió en 1935, hace 80 años. Con EE UU recuperándose aún de la Gran Depresión y Francia y el Reino Unido debilitados por sus efectos, los líderes totalitarios prosiguieron con sus agresiones. Mussolini invadió Abisinia desde los territorios coloniales italianos de Eritrea y Somalilandia. El emperador Haile Selassie apeló en vano a la Liga de Naciones, que debía garantizar el mantenimiento de la paz. En 1935, Hitler denunció el Tratado de Versalles y ocupó el territorio desmilitarizado de Renania. Japón, que había ocupado Manchuria en 1931, consiguió por la fuerza en 1935, después de terribles masacres, que el Gobierno chino cediera mediante tratados todo su territorio septentrional.
Sidney Blumenthal, asesor destacado de Bill Clinton, advertía en 2009 que la crisis económica en Europa fomentaría la aparición y crecimiento de partidos extremistas y demagogos. Esto, evidentemente, ya ha sucedido, y en algunos casos gobiernan (Syriza en Grecia, Fidesz en Hungría, Finns en Finlandia) o son socios menores en coaliciones formales o informales. La democracia y la economía de mercado no están amenazadas porque 75 años de integración europea han convertido a la UE en la primera economía del mundo por volumen de PIB. A pesar del deseo de la City londinense, la eurozona no desaparecerá. La integran 19 países con una población total de 334 millones de personas. Hay demasiados intereses creados que desean una alternativa al dólar. El 25% de las divisas que poseen los países son euros.
"Si queremos acelerar nuestro crecimiento, hay que emprender una campaña contra la economía sumergida”
Este año será decisivo de cara a la consolidación de la recuperación económica en Europa. Distintas elecciones generales (Portugal, Polonia, España) pondrán a prueba a Gobiernos que con medidas impopulares han conseguido reavivar sus economías. Los británicos recompensaron los éxitos económicos del Gobierno encabezado por Cameron. Las estadísticas demuestran, más allá de cualquier intento demagógico de negarlo, que nuestra economía es – juntamente a las del Reino Unido y Polonia– la más dinámica de Europa. Creceremos un 2,9% en 2015 según la previsión de la OCDE, superando a todas las economías grandes de la UE. El crecimiento económico español se aceleró en el primer trimestre, periodo en el cual nuestro crecimiento a ritmo anual (2,6%) ha superado al de todos nuestros socios en la UE. Los que pretendan, desde la ignorancia económica, cuestionar esta afirmación deben saber que, en el primer trimestre de 2015, el crecimiento del PIB intertrimestral a ritmo anual alcanzó el 3,6%, magnitud solo comparable a la de grandes potencias emergentes como China (5,3%) o la India (4%). Nuestro superávit en la balanza por cuenta corriente es de los más altos de la UE, a años luz de Alemania, pero cercano al de Italia y los Países Bajos. La prima de riesgo se sitúa en 136 puntos y pagamos 2,24% para que los inversores compren nuestro bono a 10 años (7% en 2012). El superávit de la balanza comercial no energética y la previsión de reducción del déficit público al 4,4% a finales de este año redondean un cuadro macroeconómico espectacular.
Los pesimistas y demagogos alegarán que el espectacular despegue de la economía española no ayuda al 23% de la población en paro, a pesar de la creación de 485.000 empleos en el último año. El famoso 23% no refleja la realidad. Según un reciente estudio de Esade, el 20% de los parados y el 10% de los ocupados obtienen ingresos laborales que no declaran. Hay que aflorar la economía sumergida con una amnistía laboral que otorgue un plazo de cinco meses a las empresas para regularizar y dar de alta en la Seguridad Social a todos sus empleados. Transcurrido dicho periodo, se penalizaría tanto a empresas como empleados que no declararan dichos ingresos a Hacienda. El paro oficial se situaría en el 15%. En EE UU se denomina al ejecutivo the administration, y no Gobierno. El estado administra e invierte (o ahorra) las recaudaciones de impuestos. Si queremos acelerar más nuestro crecimiento, hay que emprender una campaña contra la economía sumergida. La justicia seguirá actuando lenta pero implacablemente contra los políticos, empresarios y cargos públicos que rompieron la ley. Muchas empresas y empresarios prefieren pagar o ser remunerados en negro. Hay que cambiar dicha mentalidad.
Alexandre Muns es profesor de EAE Business School.