‘El principito’ despegó de Guatemala
Antoine de Saint-Exupéry se inspiró en Panajachel para escribir su obra más leída. El país centroamericano es rico en naturaleza y famoso por sus ruinas mayas y por su sabrosa comida.
Los destinos más comunes para viajar en vacaciones suelen clasificarse en dos opciones que no conviven por contradictorias: descanso y aventura. ¿Pero y si pudiéramos elegir un destino que ofrezca ambas? ¿Por qué no optar por un lugar donde poder descansar cómodamente frente a los paisajes más estimulantes y, además, vivir una experiencia llena de adrenalina y aprendizajes históricos, sin recorrer grandes distancias? Si ese es nuestro deseo, Guatemala debe estar en la primera fila de nuestra lista de prioridades.
No es un destino turístico común. Sus siglos de historia conservados por las cuidadosas manos de sus poblaciones ancestrales harán que el viaje hacia el primer país de Centroamérica, la tierra de muchos árboles, sea una experiencia indeleble y entrañable.
UN JAGUAR DE PIEDRA
TIKAL MILENARIO
Al norte de Guatemala hay un departamento que comparte fronteras con México. En él se adentra uno de los parques arqueológicos más importantes de América Latina: Tikal. Este alberga algunos de los templos mayas más impresionantes del continente y constituye uno de los lugares que no se debe dejar pasar si se viaja la región.
Se ubica en Petén, el departamento más grande de Guatemala. Está rodeado por una gran cantidad de ríos y lagunas y su clima es, en promedio, templado y cálido. Pero eso no acaba aquí: es tan impetuoso en su topografía que algunos de los sitios de la selva aún son vírgenes.
Aunque es uno de los lugares más lejanos (queda a 303 kilómetros del aeropuerto central), es de los más valiosos. Una vez ahí se puede elegir entre cenar a la orilla del muelle de la Isla de Flores, donde se degustan los platos típicos del lugar, que incluyen mariscos y carnes preparadas con los mejores condimentos ancestrales de las comunidades indígenas, hasta pasear en lancha o simplemente caminar por la orilla del malecón. Adentrarse en la selva para visitar las ruinas mayas también es una alternativa.
En la madrugada se puede viajar a Tikal. El disfrute tanto del destino como del trayecto está garantizado, pues a lo largo de la ruta se divisan aves exóticas viviendo en su hábitat natural, monos, venados e incluso jaguares que habitan en la selva. Después se llega al parque arqueológico para continuar la aventura.
La Unesco declaró este Parque Nacional Tikal como Patrimonio de la Humanidad en 1979. La ciudad cubre un área de más de 16 kilómetros cuadrados e incluye alrededor de 3.000 estructuras. En el viaje no se puede olvidar la exploración de uno de los antiguos depósitos de agua, que los mayas utilizaban para su propio abastecimiento. Una de las mayores ciudades mayas del periodo clásico, Tikal, no tenía otras fuentes de agua más que la lluvia que recogía y almacenaba en diez embalses. Su buen estado permitió a los arqueólogos que trabajaron en su restauración utilizar siglos después uno de esos antiguos estanques.
Seis templos mayas esperan en Tikal: uno de los principales es el Gran Jaguar, o Templo I, construido en el año 700 como un templo funerario-ceremonial; posee una altura de 47 metros y en su plaza convergen todas los caminos del parque arqueológico. Una vez ahí, la aventura apenas comienza, pues aún hay cinco templos más, uno con una estructura de hasta 65 metros.
VESTIGIOS ESPAÑOLES
ANTIGUA GUATEMALA
Antigua Guatemala es el principal municipio del departamento de Sacatepéquez y una de las más importantes localidades turísticas del país por su cercanía con la capital guatemalteca, a 45 kilómetros de la ciudad, y situada a tan solo unos 30 minutos del aeropuerto central.
Desde su nombre, esta población sugiere mucha historia: fue la tercera sede de la Capitanía General de Guatemala, fundada después de la inundación del valle de Almolonga, el cual fue arrasado por el volcán de Agua entre el 10 y el 11 de septiembre de 1541. Construida a partir de 1543 y establecida como cabecera de la Real Audiencia de Guatemala en 1549, Antigua Guatemala representa un lugar ineludible de visitar.
Cualquiera de las calles empedradas de La Antigua será una guía natural hacia su arquitectura renacentista española. Muchas de las construcciones aún exhiben fachadas barrocas “del Nuevo Mundo” y algunas datan desde su fundación en 1543. Posee construcciones que están en ruinas y representan museos espontáneos, entre los que se encuentran el Convento de la Recolección o la Parroquia de San Sebastián, entre otros muchos.
Si recorrer los históricos museos no es suficiente, la Antigua ofrece una caminata hasta el cerro de la Cruz, anteriormente conocido como cerro del Manchén. Es una colina con una altitud que permite divisar toda la ciudad y que se posa justo frente al monumental volcán de Agua; la vista es de postal.
Al concluir el recorrido se puede bajar a comer al centro de la ciudad, ya sea en los mercados de la Antigua, donde preparan platos típicos, o en cualquiera de los restaurantes ubicados alrededor de la Fuente de las Sirenas (que data de 1737), donde se encuentran platos de distintas partes del mundo. Bastará con caminar unos minutos después de comer para comprar algún recuerdo de la ciudad; se puede elegir entre tejidos, artesanías, postales, etcétera.
Pero si las emociones extremas son nuestro fuerte, ¿por qué no escalar un volcán y ver sus venas repletas de lava? Una de las opciones desde Antigua Guatemala es el volcán de Fuego, a 3.763 metros de altitud. La ruta de ascenso no será fácil, pero solo por la experiencia de caminar por los senderos hasta su cráter valdrá la pena. El recorrido dura entre 8 y 10 horas. Otra opción tentadora es el volcán de Acatenango, a 3.936 metros de altitud. Este tiene dos picos y se une con el de Fuego en un complejo volcánico que se conoce como La Horqueta. La experiencia no será mínima.
La ciudad de Antigua Guatemala ha recibido diferentes reconocimientos: el 30 de marzo de 1944 fue declarada Monumento Nacional; el 7 de julio de 1965 fue nombrada Ciudad Monumento de América, y el 26 de octubre de 1979 la Unesco la declaró Patrimonio Cultural de la Humanidad.
¿UN CERRO O UNA SERPIENTE?
PANAJACHEL
El 14 de febrero de 1938 el piloto y escritor Antoine de Saint-Exupéry y su mecánico salieron del aeropuerto de Nueva York con destino a Punta Arenas, al sur de Chile. Aterrizaron en la terminal aérea de Guatemala para recargar combustible, pero una diferencia en la unidad de medida que usaban ahí generó que su aeronave se sobrecargara y se estrellara minutos después de despegar. Durante su recuperación vivió en la Antigua Guatemala y visitó Panajachel, lugares que inspiraron su obra más leída: El principito.
En una de las primeras escenas del libro, Saint-Exupéry escribe: “Mi dibujo no representaba un sombrero. Representaba una serpiente boa que digería un elefante”. Aquella metáfora fue inspirada por la silueta del cerro de Oro, que no es sino el cráter del volcán Tolimán que se puede ver desde el lago de Atitlán, en Panajachel, perteneciente al departamento de Sololá. De hecho, el escritor argentino Jorge Carrol sostuvo que el planeta en el que vive El principito (Asteroide B-612) es la Antigua, en Guatemala. Ambos tienen tres volcanes (Fuego, Acatenango) y uno de ellos está extinto (Agua).
Pero la anécdota de Saint-Exupéry no es el único atractivo de Panajachel. El lago de Atitlán no recibe el nombre de “el más bello del mundo” en vano: tiene 125 km2 de superficie y unos 305 metros de profundidad. Está rodeado por los volcanes Atitlán, San Pedro y Tolimán. En los alrededores del lago viven 12 comunidades bautizadas con los nombres de los apóstoles de Jesucristo. Un paseo en lancha de 20 minutos entre una y otra nos permite adentrarnos en talleres vivos de tejidos, esculturas y todo tipo de utensilios propios de las comunidades indígenas de Sololá, que invitan a entrar en sus casas para que el acercamiento sea más íntimo, más sincero.
Al concluir la jornada se puede regresar a Panajachel y recorrer la calle Santander, una de las más comerciales, y comprar artesanía, tejidos o souvenirs. También se puede saborear un café a la orilla del lago Atitlán mientras se observa el mejor de los atardeceres entre volcanes.
CÓMO IR: al llegar al aeropuerto de la Ciudad de Guatemala se recomienda dormir en cualquiera de sus hoteles para reponerse del vuelo prolongado y viajar por la mañana. El invierno es entre septiembre y noviembre por lo que el trayecto se disfrutará menos si se viaja en esa época del año .
DÓNDE DORMIR: los tres municipios ofrecen una oferta hotelera para todos los gustos y bolsillos. Desde hoteles con piscina y vistas a la orilla de los muelles (en el caso de Panajachel y Petén) con paquetes de hasta 90 euros por noche, para personas que viajan solas o en grupos mayoritarios. Los precios varían mucho.
DÓNDE COMER: la comida es otra abundancia garantizada en los tres destinos descritos. En Petén se recomienda probar el tapado, los tamales y los chuchitos, entre otros. En Panajachel se puede degustar una deliciosa mojarra frita recién pescada y en Antigua Guatemala, desde una hamburguesa o una parrillada hasta un trozo de la mejor pizza.