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Atenas cumple con el FMI y paga un tramo de deuda de 200 millones

Grecia eleva su asfixia financiera

El pago se produce en un momento en que el acuerdo con sus socios europeos se complica Desde comienzos de año el ejecutivo heleno ha abonado a sus acreedores 6.000 millones

Vista exterior de la sede del Fondo Monetario Internacional.
Vista exterior de la sede del Fondo Monetario Internacional.EFE/Archivo (EFE)

Grecia volvió este miercoles a cumplir con sus acreedores al pagar un tramo al Fondo Monetario Internacional (FMI) de 200 millones de euros, lo que acrecienta aún más la asfixia financiera en un momento en que el acuerdo con los socios parece volver a alejarse.

Al igual que en los desembolsos anteriores -Grecia ha abonado ya 6.000 millones de euros desde comienzos de año en obligaciones a sus acreedores- el pago se hará efectivo a las 13.00 GMT, la hora de apertura de los bancos en Nueva York.

El pago demuestra que por ahora el Gobierno todavía no se encuentra ante la disyuntiva de tener que optar entre hacer frente a sus compromisos internacionales y pagar salarios y pensiones.

El martes próximo deberá abonar 760 millones de euros, también al FMI, justo un día después de que en Bruselas se celebre un Eurogrupo del que nadie espera ya una decisión que permita el desbloqueo de los 7.200 millones de euros pendientes del rescate.

El ministro de Finanzas, Yanis Varufakis, ha emprendido una gira por varias capitales europeas, que ayer le llevó a París y a Bruselas, hoy a Roma y el viernes a Madrid, en un intento de darle un impulso político a unas negociaciones que a nivel técnico parecen no progresar demasiado.

Prueba de ello es que el Gobierno ha desistido de lograr un acuerdo intermedio inmediato y ahora aspira a un paquete más global hasta finales de mayo, lo que parece aún más difícil si se tiene en cuenta que no hay por ahora un consenso de mínimos.

El ministro de Trabajo, Panos Skurletis, reconoció este fin de semana que a nivel técnico las conversaciones están bloqueadas, por lo que pidió la intervención directa del primer ministro, Alexis Tsipras.

Mientras Varufakis celebraba reuniones varias en París y Bruselas, y el viceprimer ministro, Yanis Dragasakis, hablaba en Fráncfort con el presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, el Gobierno sorprendió ayer con una extrema crítica hacia los acreedores.

El tono era diametralmente opuesto al optimismo expuesto hasta ahora y contrastaba también con las declaraciones de Varufakis y Dragasakis al término de sus respectivas reuniones.

El Gobierno atribuía la falta de acuerdo a un disenso interno entre la Comisión Europea (CE) y el Fondo Monetario Internacional.

"Bajo estas circunstancias no es posible un acuerdo", dijo el Gobierno, que añadió que "la imposibilidad de un compromiso es responsabilidad exclusiva de las instituciones y de su incapacidad de conciliar sus posiciones" respecto a estos temas.

El Ejecutivo aseguró que mientras el FMI está dispuesto a negociar el superávit primario y una posible quita de la deuda, y a cambio se muestra firme en exigir reformas en materia laboral y pensiones, la CE se niega a negociar lo primero, pero se muestra receptiva a considerar las propuestas de Atenas respecto a lo segundo.

Por ahora no hay ninguna declaración oficial sobre cómo piensa el Gobierno hacer frente a sus próximos pagos, pero prueba de que las expectativas no son demasiado optimistas de cara a un próximo desembolso del rescate es el intenso trabajo diplomático por conseguir que el BCE mejore la liquidez de este país.

La reunión de Dragasakis con Draghi ayer iba destinada a ello. El Gobierno confía en que el BCE al menos no aseste un golpe adicional a la liquidez de los bancos, deteriorando la calidad de los colaterales (activos que sirven como garantía).

Toda la lucha por mejorar la liquidez y obtener el rescate pendiente, sin embargo, tan solo puede suponer un alivio momentáneo, pues sin ayuda adicional, en forma de tercer rescate u otro modelo, Grecia no podrá sobrevivir los próximos meses.

De aquí a finales de agosto, el Estado griego debe devolver un total de 21.600 millones de euros, entre créditos al FMI, al eurosistema y vencimiento de Letras del Tesoro.

La factura no incluye el gasto corriente ordinario, ni el pago de salarios, pensiones y seguridad social, todo ello en un momento en que la economía ha vuelto a entrar en recesión.

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