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Columna
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El giro austríaco a los rescates

La decisión del gobierno austriaco de reestructurar Heta, el llamado banco malo formado a partir de Hypo Alpe Adria, está extendiendo las pérdidas no solo entre los bancos domésticos, sino también cruzando la frontera con Alemania. Eso algo justo, pero Viena también puede utilizar las nuevas normas de rescate en Europa para evitar que la región de Carintia se vea perjudicada.

Si las cosas hubieran resultado como se esperaba, Duesseldorfer Hypothekenbank y sus 348 millones de euros en deuda de Hypo no habrían tenido problemas. Dado que Carintia había extendido una garantía a los bonos de Hypo, el reciente descubrimiento de un agujero de capital de 7.600 millones de euros en la entidad no habría significado necesariamente pérdidas para los alemanes. Así, Duesseldorfer ha tenido que tocar el fondo de garantía de depósitos mantenido por otros bancos alemanes, y Fitch Ratings estima el sistema bancario alemán podía ver caer un 10% los beneficios netos.

Desafortunadamente para ellos, Viena ha utilizado la Directiva de Recuperación y Resolución del Banco Europeo, implementada en enero, para rescatar mediante el bail-in no solo a los prestamistas principales, sino también esquivar los 10.000 millones de garantías de Carintia. Aunque la moratoria en los pagos de deuda solo dura hasta el próximo año, no está claro cuánto valor tendrá la promesa de Carintia cuando expire. Austria ha dicho que la garantía se mantiene intacta y el retardo temporal es una forma más justa de resolver el problema. Sin embargo, el lenguaje utilizado para redactar el borrador de la ley de resolución de Austria podría neutralizar la garantía al permitir a Heta cancelar deuda, calcula Moody’s.

Viena ha utilizado la directiva de resolución del Banco Central Europeo adoptada en enero

Los bancos alemanes no pueden quejarse. Carintia nunca podría haber honrado plausiblemente la garantía, por valor de casi cinco veces sus ingresos anuales, sin el apoyo del gobierno central. Y los bancos austriacos también están sufriendo.

Además de las dos principales lecciones de la catástrofe de Heta –la deuda pública no está libre de riesgos y ya no se puede confiar en las garantías implícitas libres– se puede añadir una tercera: los inversores deberían leer la letra pequeña con extremo cuidado.

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