Grecia pone a la mesa el ‘riesgo Syriza’
A la tercera no fue la vencida. La coalición conservadora del primer ministro griego, Antonis Samarás, ha sido incapaz de obtener en la tercera votación el apoyo para su candidato, el excomisario europeo Stavros Dimas, a la presidencia del país. No por esperados dejan de ser peores los augurios de los inversores que se han confirmado. En Grecia habrá elecciones el 25 de enero, 18 meses antes lo previsto, en un escenario que las encuestas vaticinan muy favorable a la formación radical de izquierdas Syriza, una especie de álter ego de la española Podemos, que quiere reestructurar la gigantesca deuda del país y renegociar las condiciones del rescate pactadas con la troika. La escalada de tensión en los mercados no se ha hecho esperar, y el júbilo de los diputados que no respaldaron a Dimas al anunciarse el resultado de la votación es el símbolo más claro de la inestabilidad a que está abocada Grecia, en un proceso que puede infectar peligrosamente de nuevo a la UE y convertirse en una piedra al cuello de la débil recuperación económica. Es el momento de recordar que Grecia se incorporó a la UE con mentiras sobre el estado de su economía, y que fue una espoleta que en plena crisis comprometió el futuro del euro. Europa no debe permitir que otro proceso de desestabilización proveniente de Atenas impacte en el continente, y menos tras haber acudido a un rescate multimillonario de su economía. Las aventuras griegas no son solo de los griegos. Sus consecuencias afectan a todos los europeos. El hecho de que en Atenas se den manifestaciones violentas contra algo tan elemental como la apertura del comercio los domingos da idea de en qué mundo onírico se mueve el país, un escenario del que es responsable una clase política carente de miras y que va más allá del riesgo Syriza, al que se deben añadir las dudas sobre su capacidad real para formar Gobierno.
A pesar de estar más fuerte que hace dos años, Europa no puede permitirse de nuevo una incertidumbre de tal calibre en los mercados. A la que, además, se van a sumar en 2015 elecciones generales en casi un tercio de los 28 países de la UE, bien por calendario o bien por agotamiento del Gobierno de turno. Más allá de los sondeos o del color del Ejecutivo y oposición en cada país, el denominador en toda Europa parece ser hoy el hambre de urnas de la opinión pública, deseosa de emitir su veredicto sobre sus diferentes Administraciones, y en la que aparecen muchos nuevos votantes jóvenes. Es positivo por lo que significa de compromiso de la nueva generación, pero alarmante cuando crece la llamada a las urnas a votar contra el mercado, sin más, y a llenar así las urnas de una populista irresponsabilidad histórica. La Comisión Europea urgió ayer a los griegos a mostrar un fuerte compromiso con Europa y las reformas para mejorar el crecimiento en el país. Está claro que la solución a la crisis griega es de nuevo más Europa.
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