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Columna
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El veredicto de los salarios

Una mayoría electoral sólida ha dado el primer ministro de Japón un nuevo mandato para elevar los salarios y poner fin a la deflación. Pero Shinzo Abe y su alianza de gobierno no pueden mantener su promesa simplemente imprimiendo más yenes. Elevar los sueldos basándose en la productividad requerirá reformas, y estas no se materializarán rápidamente.

El Partido Liberal Democrático y su socio Komeito ganaron 326 escaños en la cámara baja de 475 miembros en las elecciones del 14 de diciembre, superando los 317 asientos necesarios para que la alianza para conserve su veto sobre la legislación en la cámara alta del parlamento. Sin embargo, la baja participación sugiere que el primer ministro no puede dar por sentado el apoyo a sus reformas.

El aumento de los salarios reales es, pues, esencial. Hay dos maneras de detener su caída que ya dura 16 meses: que los precios comiencen a caer, o que la inversión en Japón aumente. Lo primero sería un gran revés para la campaña contra la deflación de Abe. Así que tendrá que centrarse en lo segundo. Debe acelerar las reformas reduciendo las tarifas agrícolas, facilitando las políticas de inmigración y empujando a las empresas a aumentar la rentabilidad para los accionistas. Solo entonces las compañías invertirán en Japón para aprovechar la debilidad del yen.

En primer lugar, Abe tiene un objetivo más inmediato: sacar a la economía nipona de la recesión. Con el endeudamiento público en el 245% del PIB, Abe puede tener problemas para convencer al Banco de Japón de que puede reducir la deuda pública y el déficit a medio plazo.

En conjunto, el veredicto de los salarios podría ser aún más difícil que el del electorado. En enero de este año, el primer ministro habló con optimismo de la llegada de una “sorpresa salarial” en Japón. Ahora tiene la oportunidad de mantener esa promesa. Si la echa a perder, la próxima votación del público –las elecciones de la cámara alta nipona son en 2016– podría presentar un veredicto muy diferente sobre Abe y sus Abenomics.

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