¿Podemos ser todos de Somos o somos todos de Podemos?
Es imposible no hablar de Miguel Blesa, Rodrigo Rato, Caja Madrid, las tarjetas black y la multimillonaria fianza que ha impuesto el juez de la Audiencia Nacional, Fernando Andreu, a los expresidentes de la entidad madrileña transformada más tarde en Bankia. 16 millones de euros para el primero y 3 millones para el segundo.
Pocos escándalos en España han levantado tanta indignación y han causado tantas dimisiones en cadena en la historia del país. Parece como si el español de a pie, la justicia y el Gobierno junto con los actuales gestores de Bankia hubieran decidido al unísono iniciar una limpia de la corrupción sin precedentes y el caso de las tarjetas opacas fueran la demostración de fuerza, el we can.
Y es que el caso de las tarjetas opacas tiene todos los ingredientes de una de las mejores tramas de una novela negra. Hay malos, hay banqueros amantes de lo ajeno, ricos avariciosos, políticos peores, pregoneros de la ética sin ética, sindicalistas sin principios, educadores de la cosa económica que siguen el principio de quien parte y reparte se queda con la mejor parte. Y luego están aquellos que han preferido mirar para otro lado y que han seguido la doctrina de si lo hacen todos yo no voy a ser menos. Y puede, por qué no, que haya algún ignorante o ingenuo, que pensaba que tener una visa abierta para gastar en lo que fuese concedida por una gran entidad financiera como era Caja Madrid pues debía ser normal. Su trabajo le había costado llegar a tener un puesto en la entidad y su esfuerzo le costaba defender sus ideas y principios en las reuniones de la firma. ¿O no?.
Los dos expresidentes imputados de Caja Madrid tienen en común haber sido elegidos por el mismo partido, el PP, aunque por distintas familias. Pero su comparsa estaba integrada por los más selectos grupos políticos, sindicalistas y personas de reconocido prestigio del país. Y por si fuera poco, estos dos expresidentes intentar implicar a un tercer expresidente, Jaime Terceiro, a quién Blesa le achacó la creación y aprobación de estas tarjetas en 1988.
Como introducción de la novela nos encontramos no solo a los adictos de lo ajeno, sino también con los salvapatrias de Caja Madrid y Bankia con el dinero de los clientes primero, y de los contribuyentes después. Primero con la comercialización de casi 6.000 millones de euros en preferentes vendidos en las oficinas de la entidad como si fueran depósitos, y omitiendo o trastocando información sobre este complejo producto, solo acto para inversores institucionales. Luego con una salida a Bolsa también con una información sobre la salud de Bankia de lo más dudosa, propiciada, además, desde las altas instancias del país.
Y por si fuera poco, llegamos al nudo de la novela, el hundimiento del barco, cuya salvación ha costado al conjunto de los españoles 22.424 millones de euros. Pero nuestros 86 directivos y consejeros de Bankia, titulares de estas tarjetas black seguían viajando, pagando entierros, comprando lencería fina, vino y puros a nuestra salud. Y llega el viernes y Economía, a través del Frob, remite a la fiscalía otras 23 operaciones irregulares de Novagalicia y Catalunya Banc por 1.500 millones de euros. Y solo sigue siendo la punta del iceberg.
Pero mientras se resuelve este triste episodio nacional, intenta surgir del descontento generalizado de la población un nuevo sindicato, Somos, ligado al grupo político Podemos. Su base ideológica, según rezan sus principios, “es tan abierta y múltiple como lo es la sociedad”. De momento, Somos es un embrión formado por 69 asambleístas, que debe aún tomar forma, ya que el primer borrador de sus principios ético-sindicales puede considerarse muy utópico. O por lo menos a mí me lo parece.
En este documento declara que aspira a “la transformación de las estructuras sindicalistas actuales hacia un modelo más honesto, participativo y transversal”. Además, asegura que a sus componentes no les acompleja que les asocien con Podemos.
Explica que partiendo del “principio de democracia participativa de Somos nuestro sistema de información, debate y decisión será de tipo asambleario y para su viabilidad, utilizaremos las nuevas tecnologías existentes”. Para ello, esta nueva central sindical prevé buscar “métodos eficaces de votación, y las bases tendrán la posibilidad de decidir todas las cuestiones que tengan trascendencia”.
Y por último un apunte. El Gobierno no tiene prisa por vender otra pequeña participación de Bankia en el mercado, como ya ha explicado el Banco de España la semana pasada. Su objetivo es que la acción de la entidad supere los 1,51 euros y se aproxime a los 1,6 euros para su venta.