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Columna
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La caída del euro, un plan poco astuto

El Banco Central Europeo tiene una esperanza no muy secreta: que una moneda más barata traiga algo de la deseada inflación a la zona euro.

El euro está haciendo exactamente lo que quieren los políticos, después de que su tipo efectivo haya caído casi un 6% desde marzo. En teoría, esto debería hacer que los bienes importados fueran más caros y subieran los precios al consumo de la zona euro. Los economistas dicen que una caída del 10% en el tipo efectivo del euro debería eventualmente elevar la inflación entre 0,4 y 0,5 puntos porcentuales. Eso sería muy útil con la tasa en el 0,3%, muy por debajo del objetivo de cerca del 2%.

Sin embargo, otras fuerzas podrían sobrepasar el efecto divisa. Para empezar, los precios en dólares de muchas materias primas están cayendo, algunos mucho más que el euro. Los precios del Brent se han desplomado en más de un 25% desde mediados de junio. Reuters sugiere que la Unión Europea ahorrará hasta 80.000 millones de dólares (62.500 millones de euros) en importaciones de energía si los precios del petróleo se mantienen bajos –bueno para el consumo, pero malo para la inflación–.

Los precios de algunas materias primas están cayendo, algunos mucho más que el euro

El BCE podría optar por centrarse más en la inflación subyacente, que excluye los costes de alimentos y energía. Pero eso podría no ayudar. La demanda es tan débil en la zona euro que las empresas pueden tener dificultades para superar cualquier aumento en el precio de las mercancías importadas.

De hecho, lejos de aumentar los precios, las empresas se ven obligadas a cortarlos para recibir pedidos,según la prueba anecdótica de la firma de datos Markit. Esto se refleja en su encuesta de gerentes de compras de la zona euro, que muestra los precios de producción manufacturera, básicamente el precio de las mercancías que salen de fábrica, cayó a su mayor ritmo en 14 meses en septiembre.

Haría falta una enorme caída en el valor de la moneda única para forzar un alza de los precios. Pero eso perturbaría la economía global. La zona euro tiene un gran superávit comercial y sus socios podrían desafiar así la caída del euro antes de que la moneda se convirtiera en una ventaja competitiva inmejorable.

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