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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

España acelera, la zona euro se enfría

El último informe del Fondo Monetario Internacional (FMI), hecho público ayer, duplica las previsiones de crecimiento de la economía española para 2014 y 2015 y sitúa a nuestro país como el único de la zona euro cuyos pronósticos han sido corregidos al alza por el organismo. Según ese análisis, España crecerá un 1,3% este año y un 1,7% el próximo, lo que supone una décima más respecto a las previsiones anteriores, de julio. El FMI asegura que España será el país de la zona euro cuyo PIBmás crecerá en 2015, solo superado –en Europa en su conjunto– por Reino Unido.

El organismo presidido por Christine Lagarde explica esta evolución al alza por la mejora de dos de los principales problemas que amordazan el crecimiento: las dificultades de financiación y la baja confianza. Pero advierte, al tiempo, que la economía española tiene ante sí otros obstáculos que superar para que el repunte de la actividad se consolide: la baja inflación y el persistente desempleo. En cuanto al primero, las previsiones del FMI auguran que España cerrará el año con crecimiento cero en materia de precios. Ello eleva el riesgo –que el Banco Central Europeo ha advertido reiteradamente– de deflación y constituye una seria amenaza para la recuperación. Respecto al desempleo, el organismo apunta a que la tasa de paro descenderá este año al 24,6% y el próximo al 23,5%. Esa rebaja supone que el mercado laboral español creará este año empleo neto por primera vez desde el comienzo de la crisis, pero es evidente que el desempleo sigue constituyendo un pesado lastre para nuestra economía. Un lastre solo superado por el que carga un país rescatado como Grecia, tres décimas mayor.

No cabe duda –y es un ejercicio de justicia y de sana objetividad reconocerlo– que España ha realizado un severo y meritorio esfuerzo por dejar atrás los peores rigores de la crisis. Lo ha hecho a través de un exigente programa de austeridad y de reformas estructurales que ha costado no pocos sinsabores, pero que hoy comienza a dar por fin sus primeros frutos. Tal y como demuestran las previsiones del FMI, ese esfuerzo es ya reconocido por unos organismos y mercados internacionales que no siempre han tratado a España con la objetividad merecida. Todo ello es positivo, pero no obsta para advertir que la zona euro se halla en este momento inmersa en una coyuntura económica extraordinariamente frágil, que se traduce en un enfriamiento casi masivo de las previsiones de crecimiento. Ante ese panorama, las opciones de política económica no son muchas, tal y como ha reiterado en varias ocasiones el BCE. Se reducen a combinar las políticas de consolidación fiscal con la mayor cantidad de estímulos posibles a la actividad. En el caso de España, a ello hay que unir la eliminación de rigideces legales y sectoriales que persisten y el diseño de un nuevo modelo de crecimiento que es urgente impulsar.

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