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La socimi paga 130 millones a Levitt, de José María Bosch

El primer estudiante español en el MIT vende cinco edificios a Merlin

Levitt mantiene suelos y negocio residencial de lujo El grupo proyecta la construcción de una torre de oficinas ideada por Rafael de la Hoz José María Bosch propone una España formada por cuatro regiones autogobernables

Uno de los edificios adquiridos por Merlin
Uno de los edificios adquiridos por Merlin

El grupo Levitt posiblemente ha llevado a cabo su mayor operación de venta en España desde que se instalara en el país, en 1971. La compañía ha acordado la venta de cinco edificios de oficinas ocupados por multinacionales –Philips, Vestas, y la consultora Neoris– situados en Madrid a la socimi Merlin Properties, por 130 millones de euros. Tras esta operación Levitt mantiene en España negocio residencial y suelos en los que prevé desarrollar nuevos edificios de oficinas. Para la firma Merlin la operación supone haber invertido ya alrededor de 1.250 millones de euros de los 1.292 millones de euros captados en su salida a Bolsa.

Levitt es un grupo inmobiliario con fama de serio, especializado en la edificiación de edificios de oficinas de primera calidad y promociones residenciales de lujo, alejado de burbujas y pinchazos, pero también es uno de los actores del ladrillo menos conocidos del panorama nacional.

La compañía nació en Nueva York en el año del crack. En 1929 Levitt inició su andadura en la ciudad estadounidense construyendo casas de lujo. En 1946 el señor Abraham Levitt y sus hijos revolucionaron el sector inmobiliario estadounidense al proyectar la construcción de una nueva ciudad sobre un enorme campo de patatas. A unos 40 kilómetros de Manhattan la familia Levitt levantó un nuevo pueblo con más de 15.000 casas, al que llamó Levittown.

En España la compañía desembarcó a principios de los años setenta. Tras la operación anunciada el viernes de venta de edificios de oficinas a Merlin, el grupo Levitt mantiene promociones residenciales de lujo. Entre otras, Valle Toranzo, situada en Aravaca (Madrid), una promoción de 18 viviendas de súper lujo (los garajes tienen capacidad para seis coches).

La compañía en todo caso no reniega del negocio de oficinas y tiene proyectada la construcción de una torre situada en la misma zona donde ha vendido los edificios ocupados por Vestas y Philips ideada por el arquitecto Rafael de la Hoz, sobre una parcela que adquirió Levitt a una filial del grupo ONCE hace tres años, por 27,5 millones de euros.

Repensar España

Si Abraham Levitt, el fundador del grupo inmobiliario, era todo un personaje, su representante al frente de la compañía en el país no lo es menos. José María Bosch Aymerich se hizo cargo de la empresa y hoy a sus 96 años sigue siendo su presidente. El señor Bosch, nacido en Girona, fue el primer español en graduarse en el Massachusetts Institute of Tecnology (MIT).

José María Bosch no está sólo al tanto del business. En un blog del arquitecto e ingeniero español puede consultarse todavía su manifiesto a favor de una propuesta de opinión que denomina Repensar España, publicado en noviembre de 2012. En plena vorágine independentista, merece la pena leer las ideas del presidente de Levitt en España: "Cataluña, aun siendo una de las dos comunidades que más ingresos aporta a Madrid para el Estado español a través de los impuestos, sus acciones son mal vistas por el resto de autonomías españolas, en realidad es que España tiene unos territorios protegidos por fueros y/o convenios (País Vasco y Navarra especialmente) y una especie de colonia que la llama Cataluña y que como tal, se le exprime para que ayude a su capital Madrid, a la que también se exprime, a pagar los gastos que de otros territorios de la Nación, que despilfarran incluso más que Cataluña. Estos despilfarros hay que eliminarlos", dice.

Si polémicas parecen las declaraciones de algunos de los actuales responsables políticos catalanes, esperen a leer la propuesta de José María Bosch: "España es teóricamente un país muy heterogéneo, con diversas maneras de pensar, en el sentido de que un hombre de Castilla, del País Vasco, de Valencia, de Andalucía son tan diferentes, que no pueden tener el mismo gobierno, por eso cada uno se debería gobernar a sí mismo (...). Concretando, que la división política y administrativa de la federación Ibérica debería estar constituida por cuatro territorios tendría la forma de cuatro autonomías, las cuales tendrían la suficiente independencia para gobernarse y auto gestionarse a la vez que también se autofinancien".

 

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