Ciudad perdida y engullida por la selva
Destino mágico para los amantes de los atardeceres
Durante cinco siglos, Angkor, la antigua capital del imperio jemer, permaneció oculta y abandonada a merced de la selva, que literalmente invadió el enorme recinto arqueológico y echó raíces sobre las piedras y cimientos de sus templos. Es como si la naturaleza quisiera echarle un pulso al hombre y tratara de vengarse de este magnífico complejo arquitectónico construido sobre suelo robado a la misma jungla.
No lo consiguió y hoy los cinco pináculos del templo de Angkor Wat, el edificio religioso más grande del mundo, asoma insolente por encima de las copas de los árboles y es la imagen más conocida y repetida de Camboya.
Ninguna fotografía le hace justicia. El entorno y la majestuosidad del recinto, con las raíces de árboles centenarios engulléndolo, confieren a este lugar un aire sobrecogedor. Un escenario que no ha pasado desapercibido al cine.
A lo largo de más de 400 kilómetros entre la selva y el agua, en el oeste de Camboya se erige uno de los recintos monumentales religiosos más espectaculares del mundo, compuesto por más de cien templos hinduistas y más de mil estructuras distintas, restos de lo que parecen instalaciones hidráulicas y un sinfín de esculturas y bajorrelieves finamente tallados que muestran escenas de la vida cotidiana de los habitantes de la capital jemer entre los siglos IX y XV. Después, el rastro de esta civilización se perdió, hasta que las ruinas fueron descubiertas por el naturalista francés Henri Mouhout, en la segunda mitad del XIX.
Desde entonces han captado la atención de historiadores y hoy es un destino turístico que nadie debería perderse en el sudeste asiático y que atrae cada año a un millón de visitantes. Hasta ahora, Angkor se percibía como una extensión de viaje al visitar alguno de los países próximos, como Tailandia o Vietnam. Pero desde Singapur o Malasia las conexiones aéreas son frecuentes y baratas.
El punto de partida más cercano a Angkor es la bulliciosa ciudad de Siem Reap, a solo seis kilómetros de las ruinas y donde se encuentran la mayoría de hoteles, de todo tipo y para todos los presupuestos, y donde se alojan la mayoría de turistas. Es también la zona de bares, restaurantes, mercados locales y tiendas de todo tipo –algunas muy estilosas y vanguardistas– y en las que, como en los puestos callejeros, tendrá que regatear.
Necesitará al menos tres días para recorrer el recinto arqueológico Angkor Wat, dedicado al dios Visnú; el templo budista de Bayón y Angkor Thom. La avenida principal ofrece una de las mejores panorámicas donde destaca el gran santuario decorado con miles de apsaras (bailarinas celestiales) y las piscinas sagradas. Un muro de ocho metros de altura y 12 km de longitud, un foso y cinco puertas de acceso albergan sus edificios: Baphuon, el Phimenanakas, la terraza del rey Leproso y la de los Elefantes y el templo budista de Bayón, con sus 54 torres decoradas con más de 200 gigantescas y misteriosas caras de piedra. El acceso está flanqueado por 108 estatuas de piedra con los dioses situados a la derecha y los demonios a la izquierda.
Para disfrutar de la excursión, lo mejor es evitar las aglomeraciones y huir de los grupos organizados, basta informarse de los horarios y evitarlos. Si colecciona amaneceres o puestas de sol, este es uno de esos sitios mágicos; eso sí, estará rodeado de una multitud y tendrá que luchar por su espacio.
CÓMO IR. Hay viajes organizados y a medida para visitar Camboya, aunque es un país muy fácil y seguro para moverse por su cuenta. Y si está de visita por Tailandia, Vietnam, Singapur o Malasia puede coger un vuelo para visitar Angkor. Son numerosas las líneas aéreas regulares y low cost que enlazan Phnom Penh, la capital camboyana, y Siem Reap, la localidad más cercana a Angkor, con las principales ciudades del sudeste asiático. La forma más rápida y cómoda de llegar a la ciudad de los templos es en avión, aunque también puede llegar en tren, bus o en barco a través del río Mekong, en la frontera con Vietnam.
VISADO. Al llegar a cualquier paso fronterizo tendrá que sacarse un visado. Si no lleva rieles, la moneda local, le costará 20 dólares y una fotografía. Asegúrese de llevar el dinero exacto, porque si paga con un billete de 20 euros no le darán el cambio y no se empeñe en discutir con el oficial de aduana.
TRANSPORTE. Para visitar los templos, con tres días verá los más importantes. Hay muchas opciones: a pie, en bicicleta, en tuc tuc (mototaxi local), previo acuerdo del precio con el chofer, que a veces también sirve de guía, en taxi, coche de alquiler o en un tour.