_
_
_
_
_
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Los desafíos para el internet de las cosas

Desde hace algún tiempo se está hablando, y no solo en el sector tecnológico, del fenómeno internet de las cosas o IoT (Internet of Things). Consiste fundamentalmente en conectar entre sí múltiples dispositivos de forma online y también con las personas. Este nuevo fenómeno representa desafíos tanto tecnológicos como de seguridad y de privacidad. ¿Cuánto tardará en hacerse realidad? ¿Está la sociedad preparada para su uso?

Gartner estima que en 2020 existirán 26.000 millones de dispositivos conectados que generarán más de 300.000 millones de dólares, fundamentalmente en servicios. Ya existen ejemplos de IoT, como los móviles conectados con el aire acondicionado en casa para apagarlo automáticamente cuando detecta que baja la temperatura, o la gestión de la alarma de la oficina a través de cualquier dispositivo móvil. Los estudios de los analistas señalan que en las compañías el 96% de sus responsables ya están pensando en utilizar de alguna manera IoT en los próximos tres años, mientras que el 76% ya está viendo su uso de forma interna y el 68% ya está analizando presupuestos.

El volumen de datos y su procesamiento en este nuevo escenario resultan abrumadores. Esta situación es aún más notoria si tenemos en cuenta todos los sectores que se podrán beneficiar de este IoT: salud, educación, agricultura, textiles, juegos y entretenimiento, marketing y publicidad, y también todo lo relacionado con el equipamiento inteligente para hogares y edificios.

El desafío en este punto consiste en el desarrollo de una infraestructura tecnológica capaz de almacenar y procesar este volumen de datos, así como interconectarlos en tiempo real entre sí y con las personas que analizarán o utilizarán dicha información. Estos datos servirán para automatizar determinados procesos y mejorar la toma de decisiones en los casos en que intervengan personas.

Uno de los primeros pasos será adaptar la capacidad de las infraestructuras de almacenamiento teniendo en cuenta si el negocio puede recolectar y utilizar los datos de IoT de forma económica y eficiente.

Por otra parte, el significativo aumento del tráfico de datos implicará desarrollar nuevas capacidades de conectividad así como nuevas funcionalidades en las redes inalámbricas. Esto es necesario para soportar el flujo de datos que enviarán sensores y dispositivos remotos a los servidores en los centros de datos o CPD. La conectividad experimentará también cambios en la necesidad de ancho de banda. IoT implica un alto número de terminales programables, inteligentes y gestionables de forma remota. La transferencia masiva de pequeños mensajes con información para su procesamiento incrementará en forma dramática los requisitos de ancho de banda de entrada a los centros de datos.

Más allá de la ventaja competitiva que puede suponer para una organización contar con información en tiempo real, el tratamiento de dicha información supondrá también nuevas complejidades en la seguridad, ya que se debe realizar la distribución de la información y su análisis centralizado en forma casi simultánea. Este tratamiento dependerá también del origen de los datos, ya que según sean de la propia organización o de clientes y consumidores requerirán procesos diferentes (por ejemplo, almacenamiento en sistemas independientes).

La seguridad es un desafío por la creciente digitalización y automatización de múltiples instrumentos, como por ejemplo los medidores inteligentes o coches digitalizados que proporcionan una gran cantidad de información sobre el uso personal de estos dispositivos y pueden dar lugar a brechas en la privacidad de los usuarios. Un acceso indeseado debe poder detectarse y detenerse, así que habrá que desarrollar nuevos protocolos y herramientas. Según Gartner, muchos fabricantes de software de seguridad están ampliando su portfolio de productos y están incorporando soporte para comunicaciones M2M (máquina a máquina). Esta preocupación por la seguridad también está relacionada con la privacidad. Por ejemplo, la Casa Blanca ha presentado recientemente un informe sobre big data y privacidad. En él se habla también de IoT, y se dan ejemplos sobre cómo los contadores inteligentes o smart grids no solo pueden medir y analizar el consumo energético y las cargas de potencia eléctrica en un hogar, sino que pueden servir para conocer qué aparatos se están utilizando o qué actividad se está haciendo. Asimismo, en función de una marca, se puede conocer el nivel socioeconómico de los habitantes de la casa. Así que los datos que pueden valer para conocer dónde hay un fallo eléctrico, se puede utilizar igualmente para obtener información más personal.

En resumen, esta recolección y análisis de datos en tiempo real resultará una carga extra en los centros de datos, que recibirán en forma constante un flujo de información de IoT. La situación aumentará la complejidad en la gestión del CPD y acelerará la innovación por parte de proveedores de tecnologías. Se requerirán soluciones de virtualización y seguramente los datos de la IoT se procesarán en nubes privadas para mayor seguridad. Las empresas buscarán soluciones con costes eficientes y que permitan el crecimiento escalonado a medida que aumenten los requerimientos.

Robert J. M. Assink es director general de Interxion Data Centers

Economía y empresas

El análisis de la actualidad económica y las noticias financieras más relevantes
Recíbela

Archivado En

_
_