La munición de Draghi para el crecimiento
Un mercado financiero en ebullición espera con altísimo interés a que la próxima semana el hombre que dirige el Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi,mueva ficha, tal y como anunció en la última reunión del organismo. El Ibex, que se mantiene exultante tras seis meses consecutivos de ganancias, cerró la semana con un ascenso del 3,24%, lo que sitúa mayo como el mejor mes del selectivo desde octubre. La Bolsa española ha avanzado casi un 9% en lo que va de año, la segunda mayor subida de Europa, tras la de Milán. El interés despertado por la comparecencia de Draghi pasa por la concreción de unas medidas dirigidas a apuntalar la frágil recuperación económica europea. En su última reunión, el presidente del BCE dejó claro que haría lo que fuese necesario para luchar contra los vientos deflacionistas que recorren Europa y para atajar la peligrosa sobreapreciación del euro. Así las cosas, todo apunta a que el próximo jueves el organismo anuncie una rebaja de las previsiones de inflación, así como una batería de medidas cuyo contenido ha centrado los análisis y apuestas de los expertos a lo largo de las últimas semanas.
El escenario que espera las decisiones de Draghi incluye no solo unos mercados al alza, sino también una deuda periférica con un interés en mínimos históricos y un euro en su nivel más bajo desde febrero. ¿Cuáles serán los movimientos que adoptará el BCE? El margen de maniobra del organismo incluye desde una rebaja de tipos, el cobro de una tasa a los bancos por el dinero que depositan en las arcas del organismo o más inyecciones de liquidez supeditadas a que las entidades proporcionen crédito a las pymes, hasta el anuncio de un programa de compra directa de activos, en línea con la política adoptada por la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed).
Draghi llega a la reunión tras haber subrayado lo que, en su opinión, resume el mensaje expresado por los votantes europeos en los comicios celebrados la semana pasada: crecimiento económico y empleo. Un objetivo para cuya consecución Europa debe superar, al menos, tres grandes obstáculos: la fragilidad de una recuperación que no termina de consolidarse, el actual riesgo de deflación y la persistente sequía del mercado de crédito. Sin duda, los mercados acogerían con los brazos abiertos que el BCE anunciase un programa de compra directa de activos, pero lo cierto es que ello implicaría alimentar de forma activa y artificiosa una reactivación económica que no marcha por sí sola. Sin descartar que ello pueda acabar siendo necesario –aunque no es previsible que en la reunión de esta semana se adopte una decisión semejante– el BCE tiene otras opciones menos invasivas para estimular el crecimiento. Además de una rebaja de los tipos, cuyo impacto es limitado dado el nivel próximo a cero en el que ya están, el organismo monetario tiene la posibilidad de anunciar una prórroga de las masivas inyecciones liquidez para las entidades financieras bajo la condición de que abran la puerta del crédito a las pequeñas y medianas empresas europeas. Si el BCE ha apuntalado la liquidez y la solvencia de la banca, ésta debe corresponder con más facilidad para el crédito.
Una decisión como esta resultaría especialmente beneficiosa para la cotización en el mercado de la banca, pero además supondría abrir un canal efectivo que permita irrigar con financiación a un tejido empresarial que no puede desarrollar su actividad sin crédito. Una iniciativa similar ya fue desarrollada en 2010 por el Banco de Inglaterra y sus ventajas han hecho que analistas e inversores las consideren probables para Europa. Hasta ahora los programas masivos de liquidez que ha adoptado el organismo han beneficiado a las entidades financieras, que han contado con garantías de liquidez en los momentos más duros de la crisis y han podido afrontar los procesos de saneamiento de sus balances. El objetivo final de ese apoyo era ayudar al sector bancario europeo a recuperar su función natural en la economía: bombear crédito. Una meta que todavía no se ha obtenido y que resulta imprescindible para consolidar la recuperación de Europa. La ciudadanía, a juzgar por los resultados electorales, comienza a preocuparse.