El BCE avisa del riesgo de que se esté creando una burbuja en la deuda soberana
Desde que en el verano de 2012 Mario Draghi anunciara su compromiso con la continuidad del euro y su voluntad de hacer todo lo posible, compra de deuda soberana incluida, para garantizar su supervivencia, sus palabras se han convertido en el faro indiscutible que guía el paso de los inversores. Entonces estableció un suelo al castigo a la deuda soberana de la periferia europea que no ha hecho más que elevar su precio, en favor del abaratamiento del coste de financiación de los Estados.
Forjado en el funcionamiento de los mercados financieros durante su paso por Goldman Sachs y conocedor por tanto de las dinámicas que impulsan a los inversores en su toma de decisiones, Mario Draghi acaba de lanzar un mensaje con el que advertir al mercado de que quizá se ha pasado de rosca con la deuda soberana europea. Y lo hace pocos días antes de que se celebre una reunión en la que los inversores parecen haber puesto todas sus expectativas para que el rally continúe y de la que esperan que Draghi tome nuevas medidas para estimular el crecimiento, incentivar el crédito y combatir el largo horizonte de baja inflación que prevé la institución.
El BCE ha salido a enfriar los ánimos del mercado. En el informe de estabilidad financiera del mes de mayo publicado hoy, advierte del riesgo de que los inversores estén creando las bases para una burbuja en el mercado de deuda en su continua búsqueda de rentabilidad.
El BCE señala que esa búsqueda de rendimiento, una vez alejado el peligro de ruptura de la zona euro, ha beneficiado a los bancos y a los Estados de la zona euro, pero avisa también de que puede crear desequlibrios y abre la posibilidad de que se deshagan posiciones de inversión de forma “profunda y desordenada”. De hecho alude directamente a la posibilidad de que parte del capital que ha llegado a la zona euro procedente de los mercados emergentes regrese a estas economías, a pesar de las previsiones de un menor crecimiento. Y recuerda en el informe que, según experiencias pasadas, los activos emergentes “tienden a comportarse bastante bien en los períodos siguientes a una importante salida de fondos”. Apunta así al cambio de rumbo que puede tomar el apetito por el riesgo de los inversores.
Además, advierte de que a pesar de la mejoría en el sentimiento hacia la deuda soberana de los países del euro, la sostenibilidad del pago de esa deuda sigue siendo un desafío. Menciona que el apetito de los inversores puede verse influido “por los efectos secundarios de las elecciones europeas y nacionales”, que servirán de termómetro para para comprobar el grado de compromiso de los políticos con los desafíos fiscales y estructurales. En su línea habitual, el BCE insiste en la importancia de que los Gobiernos eviten caer en la complacencia y en cierta fatiga reformista, un mensaje que cobra mayor calado a la vista del auge del euroescepticismo que arroja el resultado de las recientes elecciones europeas.
Y añade un par de razones más para enfriar el entusiasmo de los inversores: la continuada confianza en el euro depende de una recuperación económica aún frágil, a lo que se suman el creciente riesgo geopolítico relacionado con Ucrania y la vulnerabilidad de China, que puede impactar en la ahora robusta demanda inversora de activos de riesgo.
En este escenario, las instituciones financieras necesitan tener suficientes colchones o seguros para afrontar un posible ajuste desordenado en los mercados financieros. Asimismo el BCE considera que es necesario seguir actuando para mitigar el escepticismo respecto a los balances de los bancos de la zona del euro.