El Tesoro es probablemente la única institución económica que ha atravesado esta larga crisis sin la más mínima sombra. Bien al contrario, ha salido fortalecida y con una credibilidad en máximos que, una vez despejadas las grandes dudas sobre la economía española, certifica día a día el interés de los inversores y, colocación a colocación, el ratio de cobertura de sus emisiones. Esta evolución, a la que no ha sido ajena la seriedad con la que se vienen comportando sus responsables, da ahora un nuevo paso, que da idea de la solidez y fiabilidad que ha adquirido entre los inversores internacionales. Se trata de una vía adicional de financiación consistente en bonos ligados a la inflación europea, que aseguran de mano una rentabilidad en torno al 1,9%. Es un tipo de emisión de deuda empleada por los tesoros más maduros, como el de EE UU, Alemania o Francia, que amplía el campo de los inversores institucionales y cuenta con fondos de pensiones y aseguradoras entre sus principales compradores. El Tesoro prevé captar de inmediato con el nuevo producto de 3.000 a 4.000 millones de euros y por ahora va dirigido a institucionales. Es lógico que, cuando gane liquidez, se abra a minoristas. Los datos conocidos ya anuncian una importante demanda, tan bienvenida como la acertada diversificación de la base de inversores.
Editorial