Falta la gasolina de la recuperación
La puesta en marcha de la unión bancaria, que ofrecerá su primer paso tangible para los ciudadanos cuando en noviembre asuma el BCE la supervisión de la banca, aparece como clave para atajar la elevada fragmentación financiera, uno de los problemas de la eurozona, que lleva a que las condiciones y el coste para acceder al crédito por las empresas no financieras sean dispares según el país. Es cierto que el hecho de dejar atrás los pasados riesgos de desintegración del euro ha llevado a reducir notablemente el coste de financiación de las economías de la periferia, pero tanto como que aún no se ha alcanzado una situación de normalidad entre la periferia y el centro de Europa. Sendos informes presentados ayer por el BCE y la Comisión Europea manifiestan a las claras que las distintas condiciones de acceso a la financiación obstaculizan la recuperación, y que queda mucho por andar para unificar el acceso al crédito en el conjunto de la zona euro, en especial el destinado a las pymes. El sector financiero europeo necesitaba pasar por el taller y lo ha hecho, pero la unión bancaria será inútil si no pone la gasolina de la fluidez del crédito a las empresas como su primer objetivo. Y, además, su eficacia se quedará coja sin una continuidad en la política reformista de los Estados.