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O inmigrantes o eurobonos

Europa quiere resolver la crisis sin transferir un euro de norte a sur o de oeste a este. Y exigir, al mismo tiempo, que cada país se las apañe con sus problemas de desempleo o de pobreza. Una cuadratura del círculo condenada al fracaso.

No se pueden cegar al mismo tiempo los canales de transferencias financieras y los de mano de obra. Los expertos recuerdan que en una Unión monetaria como la europea, en la que los países han perdido el control del tipo de cambio y de los tipos de interés, los ajustes se hacen con rebajas de salarios y de precios, pero también con trasvases presupuestarios o movilidad de la mano de obra.

Tarde o temprano, las capitales prósperas del continente tendrán que elegir. O mecanismos de solidaridad con las zonas más vulnerables o acostumbrarse a que los ciudadanos de esos países deambulen por sus calles a la búsqueda de trabajo.

Hasta ahora, los países más ricos, con Alemania a la cabeza, se han limitado a culpar de la crisis a los países afectados y se han negado a cualquier tipo de apoyo, sea en forma de préstamos a fondo perdido, condonación de deudas o emisión de eurobonos.

Su única oferta consiste en rescates que descargan el ajuste de manera indiscriminada sobre toda la población para garantizar que los acreedores (bancos alemanes o franceses, en gran parte) recuperan el 100% de su inversión.

La fórmula, dicen, está dando resultado. Si es así, ¿por qué temen una avalancha de griegos, portugueses o españoles? ¿Por qué desempolvan directivas olvidadas para expulsar a los inmigrantes europeos que no puedan mantenerse por sí mismos?

De poco les servirá una simple directiva en un continente donde no hay fronteras y donde los "expulsados" pueden regresar al poco tiempo o, incluso, quedarse sin ningún problema en el país que les niega el permiso de residencia.

Y eso es lo que hacen, quedarse. De ahí que en los medios veamos entrevistas con personas "expulsadas" que siguen en Bélgica o en Alemania. Les da igual que les cierren el acceso a subsidios y coberturas sociales porque la alternativa es volver a unos países donde no tienen trabajo.

"Para salvar la brecha entre el norte y el sur de Europa necesitamos construir puentes entre la cultura de la estabilidad y la de la solidaridad", ha señalado hoy en Bruselas el comisario europeo de Asuntos Económicos, Olli Rehn. Y su colega de Competencia, Joaquín Almunia, ha recomendado coordinar las políticas de impuestos y de empleo.

Otros, como el ministro francés de Economía, Pierre Moscovici, ya defienden la europeización del seguro de desempleo, con un fondo común que corra con los gastos del paro con independencia de la nacionalidad o el lugar de residencia del beneficiario.

Por una vía o por otra tendrán que abrirse vasos comunicantes entre las distintas áreas para que no estalle socialmente la zona euro. Así se hizo durante la reciente crisis financiera, a través del BCE, y se evitó que reventase el sistema financiero. Habrá que repetir el modelo porque, como ha dicho Almunia, "el BCE sí que estaba bien diseñado".

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