Banco de Inglaterra: mirando más allá
Afinales de 2013, el PIB del Reino Unido creció de forma dinámica (+0,7% trimestral) y las perspectivas son muy positivas, esperando la Comisión Europea que aumente un 2,5% en 2014.
El mercado laboral da muestra de la solidez económica al aumentar los ocupados en 193.000 personas en el cuarto trimestre, mientras que la mejora de las expectativas se traduce en más población activa. Asimismo, es muy significativo el buen desempeño de los indicadores adelantados, como los PMI que apuntan un crecimiento robusto a medio plazo, en particular, en la construcción. En este caso, el PMI se sitúa en zona de máximos y en valores no vistos desde agosto de 2007, experimentando el sector residencial el mayor crecimiento de los últimos 10 años. Las perspectivas son muy favorables y las respaldan los datos reales, pues el gasto en construcción aceleraba hasta +6.3% interanual en diciembre, superando el bache de finales de 2013.
Bajo este escenario y climatología a un lado, el Banco de Inglaterra, que se reúne esta misma semana, estima que el buen momento de la economía se prolongará en los próximos trimestres. De forma que la dinámica actividad podría hacer pensar en subidas de tipos a corto plazo en el Reino Unido, pero tanto el gobernador de su banco central como el economista jefe de la entidad, han apuntado que las expectativas de mercado son adecuadas, las cuales señalan una primera alza en primavera de 2015 para después continuar de forma muy progresiva hasta rondar el 2% a finales de 2016.
La cautela de la autoridad monetaria inglesa choca con su escenario central, el cual recoge un crecimiento superior al 3% en 2014 y próximo a esta cifra hasta 2017. Sin embargo, su análisis va más allá del crecimiento y preocupa la capacidad ociosa y sus efectos sobre la inflación.
El IPC del Reino Unido crece un 1,9% y el Banco de Inglaterra estima que continuará próximo al objetivo del 2%, asignando una probabilidad de un tercio a que alcance o supere el techo del 2,5% en el largo plazo. La apreciación de la libra y los riesgos a la baja sobre los precios de la energía y las materias primas industriales juegan a favor de un escenario de menor inflación, pero también la capacidad ociosa. Ésta, según el Banco de Inglaterra, se situaría entre el 1% y el 1,5% del PIB y se concentra en el mercado laboral, a pesar de la caída de la tasa de paro hasta el 7,1%. El motivo, hay espacio para aumentar el número de horas trabajadas y, además, la referencia clave es el rango 6-6,25% que se corresponde con la tasa de desempleo de equilibrio a largo plazo.
La reducción de la capacidad ociosa en el ámbito laboral no será fácil ya que la recuperación de la productividad pondrá freno al actual aumento del empleo y las horas trabajadas. Esta coyuntura es la que ha sacado a la luz el pragmatismo del Banco de Inglaterra, yendo un paso más allá en el análisis y dotando de mayor flexibilidad a su marco de actuación. La guía a largo plazo de su política monetaria se desvincula de la referencia del 7% en la tasa de paro, marcando ahora su ritmo la sostenibilidad del crecimiento y la capacidad de la oferta para responder a la demanda. Un giro muy adecuado para seguir promoviendo la estabilidad, el crecimiento y el empleo.
El problema, el Reino Unido afronta un difícil juego de equilibrios. Por un lado, se persigue aumentar el uso de la capacidad instalada y favorecer la inversión empresarial, sin descuidar el empleo. Por otro, preocupa el descenso del ahorro y los fantasmas de la burbuja inmobiliaria ante las expectativas de nuevos avances relevantes de los precios de la vivienda. En febrero, una encuesta de Markit y Knight Frank, señalaba que el 25,5% de los encuestados consideraba que el precio de su vivienda había subido más de un 8,5% respecto al año anterior y más de la mitad espera que aumente en 2014.
Esta situación obliga al Banco de Inglaterra a realizar un encaje de bolillos, garantizando una política monetaria expansiva a medio plazo pero esbozando la estrategia de salida con subidas de tipos en 2015. La tarea es difícil pero el pragmatismo de la institución nos hace confiar en su éxito, de momento, su nuevo mensaje parece ser entendido e, incluso, la población ya ha tomado nota y el 46% espera una subida tipos a doce meses vista, sin que ello haya alterado la buena salud del consumo.
Francisco Vidal es economista de Intermoney.