La banca reclasifica 4.500 millones como crédito dudoso ante los test de estrés
El sector financiero español reclasificó como crédito dudoso otros 4.565 millones de euros el pasado diciembre disparando la tasa de mora a un nuevo máximo histórico, del 13,6%. Aunque a priori el movimiento podría parecer achacable al progresivo incremento de los impagos en un momento en que el saldo de préstamos vivos cae, los analistas advierten que semejante salto es inusual.
De un lado, porque diciembre es un mes tradicionalmente moderado en cuestión de aumento de impagos, de otro, porque el sector ya venía adelantando la revisión de sus carteras durante el ejercicio. Desde Analistas Financieros Internacionales (AFI) argumentan que la jugada forma parte de la estrategia de la banca española para cubrirse las espaldas de cara a los test de estrés.
“En la evolución del crédito dudoso en diciembre de 2013, destaca la magnitud del aumento, muy superior a la de meses anteriores, y la ausencia del efecto estacional, ya que normalmente los cierres anuales suelen mostrar avances más contenidos”, expone un reciente informe de AFI.
“Dada la moderación del ritmo de deterioro observada en los últimos meses, el factor explicativo del comportamiento de diciembre reside en la reclasificación de activos como dudosos”, lo que los analistas de la firma achacan a dos fenómenos confluyentes. De un lado, bajo el objetivo de “evitar sorpresas negativas en el ejercicio de revisión de calidad de los activos que llevará a cabo el Banco Central Europeo a partir de los balances de 31 de diciembre de 2013”. Al ser la fotografía de dicha fecha la que se tomará como muestra para valorar la situación de las entidades, el sector ha hecho importantes esfuerzos para cerrar el año con la imagen más robusta posible.
¿Cuándo es mora?
Aunque en la última revisión de sus carteras la banca se ha mostrado más prudente que lo que dicta la norma, los créditos calificados como dudosos se consideran como tales en el momento en que acumulan impagos por más de 90 días de antigüedad.
Así, por ejemplo, ante el temor de que los test de estrés penalizaran la exposición soberana, el sector financiero español fue reduciendo con fuerza la carga de deuda pública que había acumulado en los últimos tiempos cuando reforzó sus resultados mediante el carry trade (compra de bonos con dinero barato de las inyecciones de liquidez del BCE). Del mismo modo, entienden en AFI, las entidades han preferido redoblar su cautela en cuanto a las carteras clasificadas como dudosas para evitar que las pruebas europeas terminen sacándoles los colores por esta vía.
En paralelo, reflexionan en AFI, las entidades han aprovechado para “asignar los saldos remanentes de las coberturas genéricas constituidas sobre riesgos inmobiliarios en situación normal a diciembre de 2011”. Es decir, dado que la provisión genérica es un concepto español que no fue reconocido en los últimos test de estrés, las entidades han optado para reasignarlas a nuevas carteras que, aún sin haber entrado en mora, están en situación de riesgo.
El ejemplo más destacado de esta práctica lo protagonizó Banco Popular, que derivó 1.840 millones de provisiones genéricas a dotar ciertas carteras. “Teníamos que asignar el saldo de provisión genérica, que era de 1.840 millones de euros, porque corría el riesgo de no computarse en el test de estrés como tal provisión, pues diríamos que esa peculiaridad española de tener provisiones genéricas en Europa no es una figura común y en los test de estrés europeos no se tuvieron en cuenta”, explicaba el propio presidente de la entidad, Ángel Ron, en la última presentación de resultados. “¿Qué hemos hecho? Asignar esa provisión genérica, en términos generales, a créditos que, aunque estaban al corriente de pago, nosotros pensábamos que tenían debilidades” lo que llevó, continuaba a “calificar como dudosos algunos créditos al corriente de pago”.
Las carteras que se han protegido con estas provisiones, detallaba el consejero delegado del banco, Francisco Gómez Martín, son las de clientes con “alguna debilidad, especialmente del sector promotor” con el objetivo de “anticipar su reconocimiento en mora” y reducir a la vez el coste las coberturas para 2014. Una estrategia que parece haber seguido el grueso del sector.
El largo goteo de las dotaciones y la mora
En solo un año, la morosidad que soporta la banca se ha disparado desde el ya considerable 10,43% de diciembre de 2012 al 13,6% que marcó al cierre del último ejercicio. Y eso, teniendo en cuenta que el incremento quedó moderado por la creación de Sareb, a la que se traspasó el grueso de la carga tóxica de la banca nacionalizada y asistida, sin cuyo efecto el volumen de activos dudosos se situaría en 206.000 millones de euros, estiman desde Analistas Financieros Internacionales (AFI), lo que elevaría la mora real del sector al 14,2%. El efecto reductor que tuvo Sareb sobre la estadística, en todo caso, ha quedado superado en buena parte por el mandato del Banco de España de que las entidades revisaran la dudosidad de su cartera de créditos refinanciados. Un ejercicio que concluyó en septiembre aflorando 20.500 millones de euros más de morosidad oculta. Al descubierto la sorpresa, el alza mensual de créditos dudosos pareció moderarse, para repuntar con fuerza de nuevo con el incremento de 4.500 millones de diciembre. Un nuevo movimiento, ligado esta vez a preparar una buena radiografía en los próximos test de estrés, que está forzando al sector a mantener el alto nivel de provisiones cosechadas en los últimos años, tal y como requirió el Banco de España. El gran salto en este sentido se dio con los llamados decretos Guindos I y II, que obligaron al sector a provisionar 50.000 y 28.000 millones, respectivamente, en 2012. Actualmente y tras el esfuerzo en refinanciados, el nivel de provisiones está en 113.613 millones de euros.