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Columna
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El G20 puede superar los tópicos

El G20 corre el riesgo de convertirse en una tertulia especialmente pomposa. En la reunión de este fin de semana en Sídney, Australia, los ministros de finanzas y banqueros centrales de las mayores economías del mundo podrían planear salir de una rutina potencialmente peligrosa.

Es probable que haya conversaciones complicadas, sobre todo acerca de la política monetaria de Estados Unidos. Los estadounidenses defenderán tanto las medidas de estímulo anteriores como su actual reducción. El resto considera que estas son más perjudiciales que útiles.

Aun así, alguna mirada fulminante dará finalmente lugar a una declaración llena de lugares comunes. El mundo financiero en su conjunto se encuentra todavía en un estado delicado. Nadie quiere tirar demasiadas piedras de desacuerdo oficial, para no dar lugar a un derrumbe del mercado. La reticencia es comprensible, pero inaceptable. Hay trabajo por hacer, pese a los avances que se han llevado a cabo en la regulación financiera desde la crisis de hace cinco años.

Nadie quiere tirar demasiadas piedras de desacuerdo oficial para no dar lugar a un derrumbe del mercado

Los grandes desequilibrios en cuenta corriente no han desaparecido, aunque el superávit de Japón ha caído y el de la eurozona se ha incrementado. El exceso de moneda generado por estos excedentes tiene que ir a alguna parte. La inundación de dólares previa a la crisis en los mercados financieros puede haber ayudado a frenar la rentabilidad y estimular préstamos imprudentes. Un acuerdo para aumentar los requisitos de capital de los bancos para desintoxicar estos flujos podría ayudar. También lo haría un consenso mundial sobre si los bancos internacionales deben ser liquidados mediante recapitalizaciones internas coordinadas desde sus lugares de origen.

En cambio, es probable que el G20 haga una llamada vacía por un comercio más equilibrado. La buena noticia es probablemente que el grupo entrará en acción de forma útil en una crisis. La mala noticia es que sin ella, puede que se mantenga casi inactivo.

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