Los expertos piden más inversión para sostener a Latinoamérica
La historia económica de Latinoamérica está lleno de claros y oscuros. Por un lado, el PIB de esa región, con la excepción de 2009, ha crecido de forma continuada durante 30 años lo que debería haber servido para paliar la profunda desigualdad de rentas que todavía persiste y corregir los abultados porcentajes de la economía sumergida.Una brecha que, sin embargo, solo se ha corregido de forma tímida, mientras que al mismo tiempo, surgen innumerables dudas sobre la evolución de sus cifras en el futuro a corto plazo.
Unas incógnitas que han tratado de despejar los expertos que intervinieron en la jornada Perspectivas económicas de América Latina 2014, en la que se mostraron convencidos de que el crecimiento en esas naciones no es efímero. “Las economías latinoamericanas han mostrado su mayor capacidad para aguantar los envites de la crisis global”, apuntó José Ramón Perea, economista del centro de Desarrollo de la OCDE. Y para ello puso como ejemplo la crisis financiera desatada con la caída de Lehman Brothers, que sumió a los países desarrollados en una crisis que se ha prolongado en una depresión de seis años. “En Latinoamérica, ese capítulo apenas duró unos cuantos meses”, apuntó.
El presidente del Centro para Investigaciones de Políticas Económicas(CEPR por sus siglas en inglés), Guillermo de la Dehesa, distinguió entre dos bloques. Por un lado, Venezuela y Argentina, “los países que tendrán más problemas, debido al desplome de su PIB, la alta inflación y el crecimiento de la deuda, así como al aumento del déficit de cuenta corriente”;en el otro resaltó a Colombia, Chile, Perú y Méjico, como estados sin problemas económicos
En ninguno de los dos bloques se encuentra Brasil, que está en el punto de mira de los mercados por los desequilibrios acumulados y por el recalentamiento generado por el gran flujo de inversión que ha recibido por el Mundial de Fútbol de 2014 y los Juegos Olímpicos de 2016. De la Dehesa auguró que estará más cerca del bloque de los países sin problemas económicos, gracias, en gran medida, a la recuperación de la demanda externa, muy deteriorada en 2013.
Pero para que ese ciclo de crecimiento del PIB cercano a los 30 años no se vea interrumpido, es necesario, según María Soledad de Francisco, responsable para Latinoamérica del Servicio de Estudios de Banco Santander, que los países sigan atrayendo inversión y capital privado, ya que las autoridades no están dispuestas a usar recursos públicos, y que las entidades financieras sigan apostando por financiar los proyectos viables. De Francisco expuso durante su intervención la cartera internacional de project finance (proyectos financiados que se devuelven con el pago de los ingresos que genere el propio negocio), de la que el 49% se encuentra en la actualidad en Latinoamérica. Esta cartera abarca la construcción de centrales eléctricas, carreteras, obras hidráulicas, colegios u hospitales, en la que las grandes multinacionales españolas de la construcción han jugado un papel protagonistas en las dos últimas décadas.
Más reformas para impulsar la reindustrialización
Todos los participantes en la jornada resaltaron la necesidad de que todas las naciones de Latinoamérica, sin excepción, pongan en marcha reformas estructurales en materias como educación o salud para mejorar la cohesión social e impulsar la reindustrialización de la gran mayoría de economías, muy dependientes de las materias primas. Juan Ruiz, economista jefe para Latinoamérica de BBVA, citó como imprescindibles “las de mejorar la inversión en infraestructuras y capital humano, educación y salud”. En definitiva se trataría de reindustrializar el tejido empresarial para no ceñirse en exclusiva a las materias primas, con poco valor añadido.
Esas reformas servirían, a juicio de los expertos, para reducir la fuerte dependencia que las economías han mostrado de las materias primas y que las exponen a fuertes vaivenes antes cambios bruscos en las cotizaciones internacionales o recortes en la producción. Un claro ejemplo es Venezuela, el quinto mayor exportador de crudo del mundo y el que más reservas tiene. Ese potencial ha sido aprovechado para subsidiar muchas actividades, pero no se ha utilizado para cambiar un tejido productivo hacia otra actividad. Un ejemplo de buenas prácticas es Chile, que durante los últimos 30 años ha sido el mayor productor de cobre del mundo y que, pese a ello, ha potenciado otras industrias, como la del salmón, que comenzó de forma experimental en 1974, con carácter industrial en 1994 y que ahora supone uno de los sectores más importantes de Chile.
También Colombia ha impulsado una estrategia de diversificación hacia otras actividades, como el turismo, para reducir la dependencia del café, que ha llegado a suponer hasta el 24% del PIB.