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Columna
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Más generosidad con Grecia

La zona euro y el Fondo Monetario Internacional deberían probar con una nueva idea para intentar armar un tercer plan de rescate griego: la generosidad. Están discutiendo hasta dónde llegar para aliviar la carga de deuda del país sin admitir que un recorte directo sería lo mejor. Hasta el momento la idea es jugar con los tipos de interés y los plazos de vencimiento. Incluso en ese caso, los acreedores de Grecia no deberían limitarse a un enfoque tacaño.

Dado que el presupuesto griego puede mostrar un superávit primario –antes del pago de los intereses– en abril, la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el FMI se han comprometido considerar algún tipo de alivio en la deuda. La propuesta que hay sobre la mesa, de acuerdo con informes de los medios, es una reducción de 50 puntos básicos en el tipo de interés que paga sobre su deuda, un alargamiento de los plazos de 30 a 50 años y un nuevo préstamo de 15.000 millones de euros.

Suena generoso. Sin embargo, el factor crítico es si va a proporcionar el alivio de la deuda que necesita Grecia para quitarse la carga de más del 170% del producto interior bruto al 124% en 2020. Si parece convincente, los inversores extranjeros podrían comenzar a comprar deuda griega: por lo menos esa es la esperanza.

Los griegos consideran que después de tres años de brutal austeridad merecen cierta holgura

Los prestamistas de Grecia no se inclinan por la generosidad. Los países acreedores son conscientes de las elecciones europeas del mes de mayo, lo que podría favorecer a los euroescépticos, y siguen exigiendo más reformas estructurales, además no quieren alentar a otros países rescatados a buscar concesiones similares.

Sin embargo, los griegos consideran que una caída de nueve puntos porcentuales en el déficit presupuestario nacional, después de tres años de brutal austeridad, merece cierta holgura. Y si llega a ser demasiado obvio que la deuda está fuera de control, los populistas de izquierda como el partido Syriza ganarán adeptos. Alexis Tsipras, líder de Syriza, ha hablado abiertamente de la necesidad de un recorte unilateral por adelantado de la deuda pública. En otras palabras, la alternativa a la generosidad puede ser mayor dolor a largo plazo.

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