La deuda soberana española sale por fin del laberinto
El Tesoro afronta el desafío de atraer inversión más allá de la de los bancos nacionales Los expertos avisan que la velocidad del rally ha consumido parte del potencial de 2014 Las firmas de análisis ven aun así recorrido por el potencial ligado a la mejora económica
Los inversores le sonríen a la deuda española en el inicio de año. El arranque de 2014 ha puesto a trabajar un torrente de inversión, en especial internacional, en busca de activos con rentabilidad y es en la castigada deuda de la periferia europea donde pueden encontrarse aún rendimientos prometedores y con seguridad cierta, una vez que quedó superado el riesgo de ruptura del euro. Las grandes gestoras y firmas de inversión inician el año con el contador a cero, lo que deja margen de maniobra para ir tomando posiciones de forma contundente y con mayores dosis de riesgo que en otras épocas del año, teniendo en cuenta que queda tiempo a lo largo del ejercicio para enmendar errores.
Pero, salvando la inercia y hábitos propios de comienzos de año en el mundo de la inversión, en los primeros compases de enero se ha materializado con fuerza la apuesta reciente de los inversores por la economía española y que había quedado algo adormecida en la recta final de 2013. En ese fin de año más tibio para la deuda soberana –y en que la prima de riesgo se resistía a perder los 200 y el bono a bajar de la cota del 4%– la banca había estado vendiendo cartera de deuda, ante la elevada incertidumbre sobre cuál será el tratamiento que se dará a estos activos en el test de estrés que hará el BCE sobre el sector –y que apunta a la aplicación de quitas– y que toma como referencia el balance a cierre de 2013.
Con el nuevo año, ha llegado también el momento de recomponen esa cartera de deuda y de reanudar las compras, que ya no saldrán en la foto del BCE, si bien la tendencia por la que la banca irá perdiendo peso como gran sostén de las subastas del Tesoro Público ya ha comenzado. Después de todo, los acontecimientos recientes en el mercado de deuda no son sino síntomas de la progresiva vuelta a la normalidad en la financiación del Estado y las empresas españolas. Es decir, del regreso a un entorno en el que la banca deja de ser el comodín indiscutible para sostener la demanda de deuda pública –de lo que por otra parte ha sacado jugoso partido gracias a la operativa del carry trade– y de la vuelta de una inversión internacional que huyó presa de una elevada desconfianza y que ahora está volviendo por donde se fue.
Al término del mes de noviembre –y en paralelo a las ventas de deuda que en ese mes realizaba la banca–, la inversión extranjera en bonos y letras españolas recuperó niveles de 2011, con un volumen que aumentó en casi 21.000 millones de euros –un incremento mensual sin precedentes–, hasta los 273.172 millones de euros.
“Este año debe ser el de la consolidación de lo conseguido para el acceso a la financiación del Tesoro en los mercados. Ya estamos en un entorno de normalización, pero hay que conservar el apetito inversor en un año con elevadas necesidades de financiación y hay que diversificar esas fuentes de financiación, con emisiones en divisas distintas al euro, como el dólar y el yen, y con otro _tipo de productos, como los bonos ligados a la inflación”, explica desde Londres Jorge Alcover, Managing Director de Goldman Sachs.
Desde noviembre de 2011, las nuevas compras de deuda soberana española han ascendido a 200.000 millones de euros, una tendencia que debe continuar para afrontar los desafíos de financiación que apunta Goldman Sachs –y que ya reconoció en gran medida el Tesoro en la presentación de su estrategia anual esta misma semana– y a los que se suma el efecto contraproducente que puede llegar a tener la virulencia del rally de deuda con que ha arrancado el año.
“La velocidad a la que está mejorando la deuda soberana puede llegar a ser un riesgo, se ha recorrido gran parte del camino que estaba previsto para al menos la primera mitad del año”, añade Alcover. Así, la prima de riesgo ha caído desde los 222 puntos básicos en que cerró el año hasta el entorno de 180, niveles de abril de 2011. El rendimiento del bono a dos años se ha desfondado en lo que va de 2014 del 1.5% al 1%, mínimos histórico y la rentabilidad del bono a diez años –referencia para la prima de riesgo– ha llegado a retroceder a niveles de 2006, muy anteriores por tanto a la crisis de deuda soberana. Después de tocar tal marca en la jornada del jueves, en el 3,67%, ha rebotado ligeramente hasta el 3,8%.
“Estaba corriendo demasiado rápido y por debajo del 3,7% ha llegado a asustar”, reconoce Javier Ferrer, responsable de deuda de Ahorro Corporación, para quien un nivel razonable sería el entorno del 4%. Después de todo, el nivel al que cotiza la deuda española ha de medirse con los dos grandes destinos de la inversión internacional, el treasury de EE UU y el bund alemán, ambas economías de la máxima solvencia.
La entrada de inversores se ha concentrado estos días en los plazos de entre dos a cinco años, con mayores vetas de rentabilidad. De hecho, el Tesoro colocó bonos a cinco años en su primera subasta de 2014 a un interés en mínimos de la era del euro, del 2,38%, y BMN, Bankia y BBVA han lanzado emisiones a ese mismo plazo. Las dos primeras entidades, en colocaciones que han supuesto su regreso al mercado de capitales después de su nacionalización y que han registrado una notable demanda de inversores británicos y alemanes, reconocen fuentes de mercado.
“Cada vez hay más inversores interesados en deuda española y de geografías y tipología más diversa. Si antes las entradas eran sobre todo a través de fondos y gestoras, ahora se ven compras de clientes directos”, explica Gerard Vaqué, responsable de Renta Fija del Centro de Inversiones de Deutsche Bank. El experto también advierte de la elevada velocidad que ha tomado el rally de deuda y que inyecta dosis de volatilidad, “pero nadie quiere ponerse estos días contra el mercado”, añade.
España comparte el favor de los inversores con la deuda del resto de países periféricos y hay suficiente liquidez en el mercado como para que la deuda de los países vecinos no suponga una dura competencia. La prima de riesgo de Italia, el otro gigante de la periferia con el que España se mide más de cerca, cotiza de nuevo por encima de la española, con casi diez puntos básicos de diferencia. Fuentes financieras apuntan que, más allá de la demanda internacional, la deuda italiana cuenta con el fuerte sostén de las compras nacionales, no solo de sus bancos sino de grandes empresas y particulares.
Y, más allá de una búsqueda oportunista de rentabilidad, las firmas de análisis también aprecian el valor por fundamentales de la deuda española. “Creemos que hay razones técnicas y fundamentales para este rally y vemos recorrido en 2014 para una mejora adicional”, señala Barclays. Para JP Morgan, “España ha vuelto”, según titula un informe sobre la economía española de este mismo viernes. Y eleva su estimación de alza del PIB en 2014 del 0,7% al 1%, “incluso en condiciones ajustadas de financiación”.