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El Foco
Tribuna
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‘Shale gas’ y la competitividad industrial

La competitividad industrial empieza a ser cada vez más tema de debate en la capital europea, nos gustaría pensar que casi tanto como lo ha sido estos últimos años la política sobre cambio climático y medio ambiente.

En febrero de 2014, por vez primera el Consejo Europeo se ocupará de manera monográfica de la temática de la política industrial, en un intento del más alto nivel de tomar las riendas de la competitividad de nuestra industria. Y no les falta razón.

Al mismo tiempo, la Comisión Europea publicará un marco de actuación para la extracción del gas no convencional del subsuelo en Europa (así como otras medidas como el marco sobre energía y cambio climático). Hacer propuestas de altura frente a estos grandes desafíos será crucial para reactivar un continente paralizado por el bajo crecimiento.

Al otro lado del Atlántico, la revolución del shale gas sigue imparable en Estados Unidos, ayudando a revitalizar una economía donde el producto interior bruto) PIB se expandió durante el último trimestre a una tasa anualizada del 2.8 por ciento y el desempleo bajo hasta el 7,3 por ciento. Tomar el liderazgo en explotación de las reservas de gas no convencional ha puesto al Nuevo Mundo en el camino de la autosuficiencia energética, ha bajado el coste de la energía y materia prima industrial, y ha movilizado mil millones de dólares de inversión en nueva capacidad productiva en la industria química.

La industria química es el principio de una gran cantidad de cadenas de valor

Mientras tanto la economía europea sale tímidamente de la recesión. Eurostat predice que no habrá crecimiento en 2013 y un pequeño crecimiento del 1.4 por ciento en 2014, mientras el desempleo sobrevuela al 11 por ciento.

La industria química es el principio de una gran cantidad de cadenas de valor, desde la construcción, pasando por el automóvil hasta los productos de limpieza y cosmética.

El shale gas es para la industria química no solo una fuente de energía, sino también una importante fuente de materia prima. Debido a los altos costes de energía y materias primas, hay un riesgo creciente de que, para mantenerse competitivos, los productores europeos se vean obligados a invertir allá donde los costes son menores, o bien quedarse mirando cómo otros ocupan sus mercados, destruyendo puestos de trabajo en Europa.

Europa tiene que darse a sí misma la oportunidad de competir en el mundo. Hasta ahora, está actuando con extrema timidez en el desarrollo del gas no convencional, frenada por preocupaciones ambientales, por el temor de tener instalaciones de perforación como vecinos, y por regímenes legales que no recompensan directamente a los propietarios de la tierra ni a las comunidades por actuar con resolución en el desarrollo de la exploración y producción de gas. Sin embargo, citando un reciente estudio de la OGP -Asociación Internacional de productores de petróleo y gas-, la extracción del ‘shale gas’ podría añadir 1,1 millones de nuevos puestos de trabajo en Europa para 2050 y aumentar el PIB europeo en 1%. El shale gas podría remplazar el decreciente volumen de producción de los yacimientos de gas convencional en Europa, reduciendo la dependencia de las importaciones, mejorando la seguridad en el suministro y ayudando de esta manera a contener los precios del gas en Europa.

La extracción del ‘shale gas’ podría añadir 1,1 millones de nuevos puestos de trabajo en Europa para 2050

Los escépticos arguyen que bombear agua con productos químicos en las pizarras para fracturarlas y así liberar el gas puede contaminar el agua, generar temblores de tierra, y poner en riesgo las vidas de aquellos que viven cerca de los pozos. Dichas preocupaciones no se deben tomar a la ligera, pero todos estos riesgos son asumibles y controlables. A nivel europeo o nacional, tenemos buena legislación, que en muchos casos, como en el de España, se están poniendo al día para gestionar correctamente esta tecnología. Tenemos, asimismo, la magnífica oportunidad de aprender de los aciertos y, por qué no decirlo, de los errores que se hayan podido cometer en Estados Unidos. Tenemos empresas punteras en detección y monitorización sísmica y de fugas de gas o en construcción de pozos, que triunfan en estos momentos en Estados Unidos en la extracción del shale gas. Con buenas prácticas el agua se puede tratar y luego reutilizar. Los temblores se pueden contener operando con prudencia y en los lugares adecuados. Los productos químicos utilizados son controlados estrechamente.

Sin embargo, el bienestar económico de los ciudadanos no debería, como tantas veces en el pasado, sacrificarse en aras del temor. El marco de la Comisión sobre shale gas debe requerir estándares altos en relación con el medio ambiente y la seguridad, pero también debe permitir que fluyan los capitales y la tecnología a los países que quieran desarrollar este recurso. Europa no se merece menos.

Jose Manuel Barroso, presidente de la Comisión Europea, ha prometido recomendaciones a los jefes de Estado sobre competitividad, a debatirse en la cumbre europea de febrero. Para poder generar crecimiento económico y puestos de trabajo, la competitividad industrial debería estar integrada en todas las iniciativas políticas, ya sean referentes al medio ambiente, cambio climático, energía o cualquier otro campo. Renovar la competitividad industrial en Europa, como todo en el mundo empresarial y político, requiere resolución y coraje. Ahora es el turno de los líderes europeos de tomar las riendas y demostrar que se toman en serio la competitividad de nuestra industria. Lo que hagan con el shale gas nos mostrará si están dispuestos a caminar, o simplemente a seguir hablando sobre crecimiento y empleo.

José Mosquera Arias. Director de política industrial de CEFIC

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