La modernización del lenguaje jurídico
Desde hace tiempo, muchos se preguntan por qué el lenguaje de ciertos profesionales es tan oscuro y difícil. Es cierto que cada grupo humano atesora una forma exclusiva de expresarse respeto del colectivo social y crea unos términos especiales que considera eficaces para el desenvolvimiento de su actividad aunque se sacrifique la claridad necesaria. Algunos creen que se hace deliberadamente para conservar los privilegios y la magia de la profesión, dejando un sacrosanto reducto al que no puedan acceder los legos en la materia. En el mundo actual hay que acudir a los abogados y asesores para cualquier acción civil o penal: comprar una vivienda, el reparto de una herencia y otras gestiones. Con la excepción de los conflictos armados todas las controversias de nuestra sociedad se dirimen en los tribunales. Por eso es tan importante que el lenguaje que utilizan sea inteligible. Como ha dicho el escritor Juan Carlos Arce, el ciudadano cuando recibe una comunicación judicial no sabe si se le llevan a la cárcel o es que ha recibido una herencia y Lázaro Carreter señalaba con su habitual gracejo “que no debe legislarse solo para abogados, que alguna caridad merecen los ciudadanos para no correr el riesgo de que nos enchironen estando in albis”
Es verdad que en todas las ramas del saber se han establecido divergencias entre el lenguaje común y el profesional. Lo vemos en las matemáticas, en la medicina y en el área jurídica. Sin duda el texto de las sentencias o disposiciones concretas debe expresarse de forma con claridad. La ley y la jurisprudencia no tienen que ser creaciones literarias pero tampoco deben ser textos aborrecibles ni vulgares y lo cierto y lo justo se aceptan mejor con una bella expresión. Deben presentarse con ropaje aceptable como dijo el Profesor Pérez Serrano en un discurso titulado “el estilo de las leyes” pronunciado en 1947 en la Escuela Social de Madrid.
Montesquieu mantuvo que las expresiones jurídicas tienen que ser especialmente concisas. Las Leyes de las XII Tablas son un ejemplo de precisión. Los niños las aprendían de memoria con facilidad .Además el estilo tiene que ser simple. Cuando es pomposo se considera una obra de ostentación. No podemos olvidar la opinión de D. José Castán que decía: “la bondad formal de las leyes depende, en gran parte de su perfección técnica. La ley debe tener armonía y fuerza de expresión y como consecuencia elegancia para su valor intrínseco. Por otra parte es diferente el lenguaje destinado a los justiciables y el lenguaje jurídico científico de informes y ponencias. Aquel debe ser sencillo y este puede ser más elevado ya que se destina a juristas y técnicos”.
El profesor Gutiérrez en su trabajo Contra la afectación de Lenguaje jurídico pone un ejemplo de complicación. Toma como “modelo negativo”, una sentencia que dice textualmente:
“Si aquéllas acreditaciones de cargo, solamente se reducen a la existencia de un débito con la parte querellante ,sin ninguna corroboración del ánimo tendencial defraudatorio de su deudor, obvia, huérfana de persuasión, la subjetividad esencial caracterizadora del injusto típico represivo porque,solamente determinada aquella deuda, debe inducirse la delatada preordenación encubridora parapetando en su desplazamiento patrimonial la infectividad crediticia de aquélla con actos concluyentes demostrativos unívocamente de su perversa intencionalidad, pero si los mismos se reducen a meros barruntos presuncionales,estos no disponen de la consistencia adecuada para provocar aquella inserción punitiva y convierten a los mismos en una mera abducción o razonamiento silogístico…”
Es cierto que en derecho, hay términos que no son explicables como litisconsorcio pasivo necesario, fiducia o cohecho, que hay que desentrañar pero no con los enrevesados párrafos que hemos señalado.
Para hacer más cercano el lenguaje jurídico, una Comisión encargada por el ministerio de Justicia presentó en el año 2011 un informe con la finalidad de aplicar lo dispuesto en la Carta de los derechos de los Ciudadanos ante la Justicia que ha sido bien recibido, en general aunque se critican algunas expresiones que cometen el mismo error que pretenden rectificar. Almudena de la Mata en su ensayo sobre la unificación del derecho europeo ha subrayado la necesidad de cuidar el lenguaje jurídico comunitario a pesar de la dificultad que supone la unificación de sistemas e intentar que resulte comprensible para el destinatario que no sea especialista, sin detrimento de su rigor técnico.
Guadalupe Muñoz. Académica correspondiente de la Real academia de Jurisprudencia y legislación