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El primer presidente negro de la Comisión Europea

La carrera para elegir a los nuevos altos cargos de la Unión Europea ha comenzado. Y todos los aspirantes son tan blancos como José Manuel Barroso, Herman Van Rompuy, Martin Schulz, Catherine Ashton o Joaquín Almunia. Como si en Europa no vivieran millones de personas de origen africano, turco o magrebí.

El equilibrio de género se ha convertido en una reivindicación creciente en Europa. Y empresas e instituciones lo toman cada vez más en cuenta a la hora de contratar o hacer nombramientos. Sin embargo, resulta difícil encontrar ejecutivos o altos cargos europeos que no respondan al canon racial dominante. Una discriminación hacia los europeos negros u originarios de África que llama la atención hasta en Washington.

"La Cámara de Representantes urge a los gobiernos europeos y miembros de la sociedad civil y del sector privado a desarrollar y aplicar, previa consulta con las comunidades negras, iniciativas para combatir la discriminación racial y promover la igualdad racial en Europa".

Así se expresa el proyecto de Resolución presentado por un congresista de Florida en apoyo de la inclusión política, social y económica de los afroeuropeos, una reivindicación impulsada a este lado del Atlántico por la Red Europea contra el Racismo (ENAR, en sus siglas en inglés). Veremos si la Cámara aprueba esa Resolución. Pero su mero debate revela que la escasa diversidad étnica de las administraciones y empresas europeas no pasa desapercibida en EE UU.

El problema resulta evidente en Bruselas- A primera vista se aprecia que la diversidad se abre paso poco a poco en el Parlamento Europeo, donde hay eurodiputados negros por ejemplo en los escaños de Francia. Pero el blanco domina casi al 100% los despachos en el resto de instituciones europeas.

Y la tendencia se mantiene el resto de la capital europea, donde la tasa de paro (20% de media) se ensaña con las poblaciones de ascendencia magrebí, en cuyos barrios la tasa de paro llega hasta el 40%.

"Solo en Francia me consideran "belga", aquí sigo siendo un "extranjero" y sé que será así toda mi vida", confiesa en el diario La Libre Belgique el director de cine Nabil Ben Yadir. Su última película, La Marche, rememora la marcha de protesta contra el racismo que en 1983 llegó a París desde Marsella.

Su impulsor, Toumi Djaïdja, francés de origen argelino, recuerda aquella Marcha por la Igualdad como "la expresión de una sed de justicia, un mensaje de paz dirigido a nuestro país, una declaración de amor hacia ese país".

De ese movimiento nació la organización SOS Racismo y el lema "no te metas con mi colega". La película, recién estrenada, se proyecta hoy ante 400 escolares belgas para recordar que el racismo en Europa sigue presente, unas veces de manera evidente y otras solapado o latente.

"Para acabar con la discriminación hacia los negros de una vez por todas hace falta más cooperación y solidaridad, incluida una alianza transatlántica que comparta las mejores prácticas y soluciones", ha señalado el vicepresidente de la ENAR, Jallow Momodou, tras una gira estadounidense una gira estadounidense en la que el grupo se ha reunido con asesores de Barack Obama, el primer presidente negro de EE UU, y representantes del movimiento de derechos civiles (incluido Jesse Jackson) y de la esfera universitaria.

Si el ejemplo estadounidense se impone, quizá algún día veremos un presidente negro en la Comisión Europea... O negra... O gitana... They also have a dream.

Vídeo. El polémico rap Nique la France, de Z.E.P. (Zone de Expression Populaire)

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