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Tribuna
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Los problemas de Francia

En el tercer trimestre, el PIB de Francia decrecía un 0,1% trimestral y su composición respaldaba la inquietud hacia el país. La decepcionante actividad derivaba en una gran acumulación de inventarios que ponía coto a la caída pero que deberá ser absorbida en el cuarto trimestre. Una circunstancia que en una economía débil como la gala se plasmará en presiones a la baja sobre el crecimiento.

Sin embargo, los inventarios es lo puntual y debemos prestar atención a otras cuestiones que deparan mayor inquietud a largo plazo, como el tímido crecimiento del consumo, el nuevo retroceso de la inversión (-0,6% trimestral) o, aunque esperado, el peor desempeño de las exportaciones. La progresiva recuperación de la eurozona apoyará a las mencionadas exportaciones en los próximos meses pero el problema es la cuantía del avance y las perspectivas más allá.

El trasfondo es complejo y se plasmará en un paupérrimo crecimiento del 0,2% en 2013, pudiendo alcanzar el 0,6% en 2014 en un entorno de riesgos a la baja entre los que destaca el flojo empuje reformista para promover una economía más flexible. De acuerdo con los datos recogidos en el estudio “Doing Business” que mide la facilidad para hacer negocios, Francia se sitúa en el puesto 38 (total 189) después de ceder tres posiciones en el último informe. Esta posición es positiva respecto al puesto 52 de España pero la referencia debe ser el quinto de Dinamarca o el décimo de Reino Unido.

El único aspecto en el cual sobresale Francia es en la seguridad jurídica, punto vital pero no suficiente. El número de procedimientos, el coste y los días invertidos para hacer cumplir un contrato se sitúan por debajo del promedio de la OCDE y la colocan en el séptimo puesto mundial en esta categoría, pero a partir de aquí empiezan los problemas.

Los más graves se encuentran a la hora de registrar una propiedad, situándose a la cola mundial (149) con el consiguiente daño sobre la inversión inmobiliaria. El proceso de registro lleva 49 días frente a los 24,1 de la OCDE, siendo el coste de la operación el 6,1% del valor de la propiedad respecto al 4,4% de los países más desarrollados. Unos obstáculos también palpables en la actividad constructora, pues el importe de un permiso de construcción alcanza el 244,4% de la renta per cápita ante un coste de 72.769 euros.

La protección dada a los inversores tampoco es la adecuada, a pesar de la elevada seguridad jurídica ligada al cumplimiento de los contratos. El índice de responsabilidad de los directores se merece un severo suspenso con una nota de 1 sobre 10, alcanzando un aprobado raspado el índice de fortaleza de protección a los inversores.

Las dificultades para hacer negocios en Francia ya son evidentes y aún queda una de sus grandes cargas, los impuestos. El gasto público francés se aproxima al 57% del PIB y ello implica grandes necesidades de recaudación, siendo sus ingresos los segundos de la eurozona con un 53% del PIB. Esto se traduce en una tasa total de impuestos que supera en más de 23 puntos a la de la OCDE, siendo más impactante que el peso de los impuestos laborales y las contribuciones sociales sumen un 51,7% frente al 23,1% de la OCDE.

Los obstáculos expuestos superan las relativas facilidades para exportar o abrir un negocio que se dan en Francia y explican las débiles perspectivas para la actividad gala. El escenario no es bueno para acometer grandes inversiones productivas en nuestro vecino, sirviendo como ejemplo que su sector industrial pese cerca de un 15.5% en la zona euro y se sitúe en tercer lugar después del italiano que lo supera en casi 1 punto. Tampoco gusta la falta de flexibilidad del mercado de trabajo que, además, oculta una evolución de los costes laborales unitarios similar al promedio de la Eurozona. La pérdida de empuje de Francia es una realidad y la última prueba, junto al PIB del tercer trimestre, han sido sus encuestas empresariales (PMI) que también han lastrado las cifras del conjunto de la eurozona. El PMI francés de servicios caía desde 51,0 hasta 48,8, al tiempo que el manufacturero cedía desde 49,5 hasta 47,8, adentrándose ambos en terreno contractivo. Otra señal de la debilidad que atenaza a la economía y contra la que hay que aplicar reformas, pues hacer negocios en Francia no es fácil y, de no afrontarse la situación, el riesgo es crear una economía zombi.

Francisco Vidal es economista de Intermoney

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