El Twizy es suyo, la batería, no; se la alquilamos
La fórmula de Renault elimina una barrera, pero el resultado en ventas ha sido decepcionante
Lo más caro de un coche eléctrico es su batería. Si bien su precio bajará en los próximos años a causa del exceso de producción y el avance de la tecnología, en la mayoría de los casos todavía supera el valor del mismo auto.
Por eso, cuando Renault lanzó el Twizy hace menos de dos años, decidió alquilar la batería en lugar de venderla junto con el vehículo.
La fórmula, que reduce el precio del auto a la mitad, ha tenido un éxito relativo. En casi año y medio, el grupo francés ha vendido en España poco más de 1.000 unidades de este cuadriciclo de dos plazas diseñado para trayectos cortos dentro de la ciudad.
Sin embargo, entre enero y octubre de este año, las matriculaciones del Twizy han caído un 79%, hasta las 186 unidades, mientras que en el mismo periodo, el total del mercado de coches eléctricos ha crecido un 95%, hasta los 747 vehículos, según el Instituto de Estudios de Automoción.
Las ventas del cuadriciclo caen un 79%, mientras el mercado crece un 95%
El resultado muestra un curioso cambio de tendencia, porque en 2012 el cuadriciclo fue el eléctrico más vendido del año, con 943 unidades.
En cambio, en lo que va de 2013, las ventas del Fluence, otro eléctrico de la casa francesa que también se distribuye con la batería en régimen de alquiler, han crecido un 68%, hasta las 128 unidades.
El contraste con la berlina sugiere que el Twizy está teniendo problemas para persuadir a los compradores del segmento de biplazas urbanos, donde compite con modelos algo más anchos, como el Smart Fortwo de Mercedes.
El Twizy cuesta 5.420 euros en su versión básica (velocidad máxima de 45 km/h) y 5.730 en la más rápida (80 km/h). Estos precios incluyen los impuestos y la subvención del Gobierno, pero no la batería, que de comprarse, duplicaría el precio hasta unos 10.000 euros. El alquiler cuesta 49 euros al mes e incluye la asistencia las 24 horas del día y los 365 días al año, servicio que contempla también el rescate del conductor en caso de quedarse tirado sin energía por un error de cálculo.
Ruedan más de 11.000 vehículos
Desde su salida en abril de 2012, Renault ha vendido más de 11.000 unidades del Twizy, de las cuales 1.129 se han colocado en España. El modelo se fabrica para todo el mundo en la planta del grupo en Valladolid.
Si bien el Smart Fortwo es bastante más caro que el Twizy –14.000 euros con IVA y ayudas incluidas, a los que hay que añadir 65 euros mensuales por el alquiler de la batería– es más cómodo y rápido: alcanza una velocidad máxima de 125 km/h y puede recorrer hasta 145 km sin recargar frente a los 80 de su rival.
Al margen de los resultados comerciales de cada marca, los expertos creen que la estrategia de alquilar la batería está ayudando a reducir las barreras de entrada de los coches eléctricos. “Es un buen incentivo porque no solo abarata el coste, sino que además elimina la incertidumbre del usuario sobre la propiedad, duración y garantía de la batería”, comenta Alejandro Madrigal, director del Observatorio del Vehículo de Empresa.
Desde Renault destacan que, con esta fórmula, el usuario no tiene que responsabilizarse del mantenimiento y ulterior reciclaje de la batería. “Además, al ser una tecnología novedosa, la responsabilidad de actualizarla cada vez que ocurra una evolución recae en el constructor, que es el poseedor de la batería. La comodidad para el cliente es evidente”, enfatizan.
El pequeño boom de los eléctricos
Si bien los eléctricos lideran el crecimiento en ventas, con un aumento del 95% en lo que va del año, en volumen todavía suponen una cantidad residual: apenas 747 vehículos frente a los 189.761 de gasolina (+6,8%), 408.057 de diésel (-1,3%) y 8.173 híbridos (-6,3%).
"Si les sumamos los híbridos, estamos hablando del 1,5% del mercado, aunque las ventas están subiendo muchísimo”, dice Juan Antonio Sánchez Torres, presidente de la asociación nacional de vendedores de vehículos Ganvam.
Torres advierte que las ventas de los turismos eléctricos no acabarán de despegar mientras no se resuelvan inconvenientes como la autonomía limitada, la falta de una red de recarga más amplia y precios entre dos y tres veces más altos que los de los de los coches de combustión.