El auge de los países del Sur
El despertar económico del hemisferio sur del planeta ha alterado los patrones económicos y comerciales que regían la economía mundial. El crecimiento económico se ha concentrando en las economías en desarrollo, impulsadas por el boom de las commodities, los bajos costes laborales y la irrupción de las clases medias, en detrimento de las avanzadas, inmersas aún en un lento proceso de recuperación. En el año 2012, el producto interior bruto de los países en desarrollo superó por primera vez al de los países avanzados y se espera que en las próximas décadas los países en desarrollo, en especial los africanos, crezcan tres veces más rápido que los desarrollados.
Desde el punto de vista comercial, el año 2012 confirmó el buen estado de salud del que gozan los países del Sur. A diferencia del comercio mundial, que experimentó un crecimiento del 2%, débil si lo comparamos con el 5% de media de los últimos 20 años, y del comercio de las economías desarrolladas, cuyo crecimiento se situó en torno a un 1%, las economías en desarrollo mostraron un crecimiento comercial robusto, próximo al 5%. Tendencia que parece consolidarse, puesto que para este 2013 las proyecciones de la Organización Mundial del Comercio (OMC) prevén una leve recuperación del comercio mundial, con un crecimiento próximo al 3,3%, un estancamiento del comercio en las economías desarrolladas, que seguirá en torno a un 1%, y un sólido crecimiento en las economías emergentes, que rondará el 5%.
Fruto de esta coyuntura, las relaciones Sur-Sur atraviesan uno de sus mejores momentos. Los flujos comerciales Sur-Sur se han convertido en los verdaderos protagonistas del comercio internacional, pasando de representar apenas un 6% del volumen total del comercio internacional –en la década de los ochenta– a un 15% en la actualidad. De las relaciones comerciales Sur-Sur, destacar el peso que está cobrando Asia como consecuencia del auge de los flujos intrarregionales, que ha pasado en tres décadas de representar el 20% del comercio Sur-Sur al 40% en 2012, el creciente protagonismo que están cobrando las relaciones comerciales de los BRIC con África, que han pasado de los 22.900 millones de dólares entre exportaciones e importaciones en 2001 a los 267.900 millones de dólares en 2011, y la fuerte presencia de China en África, cuyas relaciones comerciales concentran en la actualidad el 62% de todo el comercio entre los BRIC y el continente negro. Las previsiones a futuro no pueden ser más prometedoras: la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) prevé que en el año 2018 el comercio Sur-Sur superará al comercio Norte-Norte y la OMC, que en 2020 el comercio Sur-Sur concentrará más de un tercio del comercio mundial
Los flujos de inversión Sur-Sur han mostrado un comportamiento similar. Según la Unctad, entre 1980 y 2010 los países del Sur incrementaron su participación en la IED (inversión extranjera directa)mundial un 30%, pasando los flujos salientes y entrantes de IED procedentes del Sur, de cantidades insignificantes en la década de los ochenta, a cantidades próximas a los 400.000 millones de dólares en el caso de los flujos de salida y de 700.000 millones de dólares en el de los flujos de entrada en el año 2010. En esta misma línea, el World Investment Report, publicado recientemente por la Unctad, ha confirmado el desplazamiento del poder económico hacia el Sur al revelar que en el año 2012, por primera vez en la historia, los países en desarrollo recibieron más IED (más de 700.000 millones de dólares) que los países desarrollados (unos 561.000 millones de dólares), que ahora representan solo el 42% de los flujos mundiales.
En el campo de la cooperación Sur-Sur, el papel desempeñado por los bancos regionales y los fondos árabes, con sus donaciones y líneas de crédito, ha modificado la arquitectura tradicional de los programas destinados al desarrollo de los países del Sur. Su peso, cada vez mayor como donantes, no solo ha contribuido a mejorar las condiciones sociales de los países de Sur, sino que ha forzado a los países avanzados a prestar mayor atención a las necesidades de las economías en desarrollo.
Las previsiones de los organismos internacionales invitan a ser optimistas con respecto al potencial de las relaciones Sur-Sur. Pero para que las relaciones Sur-Sur puedan continuar ganando peso dentro del concierto internacional y alcanzar así su máximo esplendor, los países del Sur deberán hacer frente a retos de gran calado, como incrementar el valor añadido de sus exportaciones, reorientar los flujos de IED hacia sectores intensivos en tecnologías y eliminar las barreras arancelarias.
Tomás Guerrero Blanco es Investigador de ESADEgeo (Center for Global Economy and Geopolitics)