Tocado, pero no hundido
El resultado más importante de las elecciones en Alemania, bien podría ser el fracaso del partido anti euro en ciernes, Alternativa para Alemania (AfD), en conseguir diputados en el Bundestag. Al nuevo movimiento, lanzado en marzo a bombo y platillo por economistas conservadores e intelectuales públicos de centroderecha, le faltó poco para alcanzar el 5% del voto nacional necesario para obtener representación parlamentaria.
Aun así, más de dos millones de alemanes votaron por un partido que no existía hace cinco meses. Pero unos pocos votos han marcado la diferencia entre el éxito y el fracaso –y el éxito en ese caso habría supuesto un shock psicológico y político para toda la zona euro. En las encuestas de hace un par de meses, hasta una quinta parte de los alemanes indicaba que en principio podrían imaginarse votando por un partido como AfD, que aboga por una ruptura ordenada de la zona monetaria así como la ruptura inmediata de los salvavidas financieros a Grecia. La votación del domingo demuestra al menos que el conjunto de Alemania, ha optado por un apoyo razonado al euro y a la unión monetaria.
Mantener este potencial a raya mientras se mantiene la divisa común puede haber sido uno de los mayores logros de la política de Angela Merkel. También muestra la relativa estabilidad del sistema político de Alemania.
La votación demuestra que Alemania ha optado por un apoyo razonado al euro y a la unión monetaria
A medida que la economía de la zona euro se recupera lentamente, el apetito de los votantes por los remedios radicales podrían caer todavía con más fuerza. En toda Europa, los partidos como el AfD se están preparando para las elecciones al Parlamento Europeo de 2014, que proporcionará un foro más acogedor para todo tipo de votantes de protesta –y cuyo umbral de representación es solo un 3% del voto nacional.
Sin embargo, el partido de Merkel no ha terminado con la AfD. Por primera vez en la historia posterior a la guerra existe un competidor político de centroderecha creíble para los conservadores. Esto elevará la presión sobre Merkel dentro de su propio partido y limitará su margen de maniobra para hacer concesiones a sus socios de la zona euro.