_
_
_
_
Breakingviews
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Hace falta más trabajo

Frenar el apalancamiento en las zonas opacas de las finanzas parece una buena idea. El Consejo de Estabilidad Financiera (FSB, por sus siglas en inglés) de los reguladores globales reconoce que puede hacer que los mercados sean más seguros al poner límites estrictos a los préstamos contra activos específicos –en particular para los préstamos de valores y la financiación repo–. Si quiere ir por ese camino, las propuestas requieren más trabajo.

Pero las propuestas de la FSB parecen demasiado laxas. Algunos activos garantizados se quedaron efectivamente sin valor durante la crisis, pero la máxima quita propuesta por el FSB es de un 4% –4 euros de cada 100 puestos como garantía–. El mayor recorte mínimo que prevé la organización es del 7,5% –para los vagamente denominados otros activos–. Además, los perfiles de riesgo de los activos cambian con el tiempo.

Para empeorar las cosas, la deuda soberana se excluye por completo del marco de los requisitos relativos a los márgenes. El razonamiento del FSB es que la deuda pública no está sujeta a los vaivenes del ciclo económico de la misma manera que otros activos. También ha supuesto que este instrumento está libre de riesgo cuando se compensa de forma centralizada.

Se trata de un supuesto erróneo en ambos aspectos. Para empezar, el FSB reconoce en una nota al pie que la deuda soberana puede llegar a ser pro cíclica en determinadas circunstancias. Por otra parte, se estima que la actividad del sector bancario en la sombra se sitúa en las decenas de miles de millones de dólares, un gran riesgo para que los que se encargan de la compensación lo absorban por sí mismos.

Afortunadamente, el FSB se ha dado a sí mismo hasta la primavera de 2014 para realizar el intercambio de ideas y perfeccionar las propuestas. Sus planes parecen débiles en comparación con las propuestas de la Unión Europea, que expondría a algunas entidades bancarias en la sombra a las estrictas normas de capital que se aplican a los bancos. Tal vez el FSB debería emprender un viaje a Bruselas.

Archivado En

_
_