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Columna
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Síndrome del hijo único en China

China necesita más bebés para contrarrestar el envejecimiento de la población y su menguante fuerza laboral. Pero relajar la norma del hijo único en el país puede no ser suficiente para convencer a las mujeres chinas para tener más hijos. Aunque sea eficaz, el cambio solo tendría un efecto marginal en la economía.

Durante más de tres décadas, la política del hijo único en China ha sido dura pero desigualmente aplicada. Las familias rurales, las minorías étnicas y las parejas en las que ambos componentes son hijos únicos ya están exentos. Ahora las autoridades están considerando la posibilidad de permitir a las familias donde solo uno de los padres es hijo único que tengan dos vástagos, según informan los medios chinos. La posibilidad de extender esta política también está en discusión.

Hoy en día, las personas de 60 años o más representan solo el 15,5% de la población total de China, mientras que los mayores de 15 y 59 representan el 68,1%, según los cálculos de Naciones Unidas. Sin embargo, se espera que la proporción de personas de edad avanzada salte al 39,3% de la población en 2050, mientras que la población en edad de trabajar se contraerá al 52,5%.

El crecimiento económico se suele asociar con una menor fertilidad debida a que las mujeres más educadas pasan a formar parte de la fuerza laboral. La tasa de fertilidad china –el número medio de hijos por mujer– se estima en alrededor de 1,4.

Incluso si la nueva norma impulsara a las mujeres a tener más hijos, el impacto económico sería marginal. Un auge de la natalidad podría elevar el consumido de pañales, pero sería muy tarde para cambiar en serio el envejecimiento demográfico de China.

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