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Columna
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Ganando tiempo en Egipto

Los nuevos gobernantes de Egipto tienen una gran oportunidad para aplicar su ambicioso y polémico plan de construir una democracia que funcione a pleno rendimiento en un año, gracias al apoyo financiero del Golfo. Después de que el ejército derrocara a los Hermanos Musulmanes y nombrara como primer ministro interino al respetado economista Hazem el-Beblawi, Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos se han comprometido a enviar 8.000 millones de ayuda a El Cairo.

Las condiciones de financiación no están claras, pero esta empequeñece el préstamo de 4.800 millones de dólares del FMI sobre el que se ha hablado durante mucho tiempo. Cuando el dinero del Golfo llegue, las reservas de divisas extranjeras serán suficientes para cubrir más de cuatro meses de importaciones.

Egipto se ha mantenido a flote durante los últimos dos años y medio por un goteo de fondos de un puñado de donantes bilaterales. Esto no ayudó al transfondo económico, pero evitó o al menos retrasó el colapso financiero. Sin embargo, las fuentes de financiación de El Cairo estaban empezando a parecer frágiles, incluso antes de la crisis política.

Los inversores pueden suponer que Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos aportarán más fondos si es necesario. La inyección de dinero también será un alivio para Estados Unidos, donde la administración del presidente Barack Obama está bajo presión para cortar el apoyo existente, porque el movimiento del ejército podría ser considerado un golpe acordado.

La esperanza es que los nuevos dirigentes de Egipto hagan un mejor uso que sus predecesores de los miles de millones que han recibido. El empobrecido presupuesto del país y el déficit por cuenta corriente solo se pueden abordar a través de una reforma valiente de las ayudas al combustible. Sin embargo, con los principales actores políticos de Egipto ya discutiendo sobre un nuevo decreto constitucional, hacer un buen uso de los fondos requerirá más unidad de la que se ve actualmente.

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