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Tribuna
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Emprendedor, ¿sustantivo o adjetivo?

El uso del concepto emprendedor empieza a generalizarse en los años 90, cuando la Unión Europea pone en marcha los programas de iniciativa comunitaria, en concreto, la de recursos humanos, para poner el acento, por primera vez, en la necesidad de mejorar las capacidades de jóvenes, mujeres, personas con discapacidad, inmigrantes y minorías étnicas.

Los objetivos de esta iniciativa estaban encaminados al desarrollo de programas innovadores, en un contexto de trabajo transnacional, que consiguieran mejorar la empleabilidad a través de la formación y las prácticas laborales e incrementar el número de enterpreneurs.

En España se tradujo literalmente como emprendedores, olvidando que el origen de esta palabra es un sustantivo y la traducción que hicimos hasta entonces en la lengua española era un adjetivo calificativo.

Cabe destacar que en inglés se usa literalmente la palabra francesa, aunque también se utilice como adjetivo o sustantivo. En el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española emprendedor/a es un adjetivo que significa “el que emprende con resolución tareas dificultosas o azarosas”.

Pues bien, esta disertación sintáctica de una profana en la materia no tiene otro objetivo que denunciar el abuso del término que en los últimos años y, en especial, en los últimos meses, se está haciendo.

Un exceso que está llevando a idealizar un asunto que en la práctica es un reto, y más en estos momentos de grandes dificultades.

Cuando hablamos de hacer una ley de emprendedores debemos pensar antes a qué se refiere.

Si es una ley para empresarios o es una ley para personas que emprenden con resolución tareas dificultosas o azarosas.

Tanto en un caso como en otro, nada dice de la edad, el género o la nacionalidad del emprendedor, ni de la forma jurídica que elija para iniciar su actividad.

Sin embargo, el Partido Popular nos ha presentado una ley de apoyo al emprendedor que se ciñe a aquellos menores de 30 años que se encuentren en desempleo y que inicien una actividad como trabajadores por cuenta ajena dentro del régimen general de trabajadores autónomos.

Matar moscas a cañonazos es lo que pretende dicho texto legal. Que tenemos muchos desempleados jóvenes... Pues que emprendan o sean emprendedores, o empresarios si quieren, o lo que sea, pero que se busquen la vida, porque por un importe mínimo de 50 euros al mes durante seis meses ellos mismos pueden hacerse cargo de su salida de las listas del paro.

¿Qué garantías y apoyo da el Gobierno a estos jóvenes? Ninguna. Ni les ofrece apoyo en los planes de viabilidad, ni formación complementaria. Porque le da igual el sector en el que emprendan su actividad, si tiene o no futuro. Porque no les facilita ningún tipo de acceso al crédito. Y porque, en definitiva, lo único que quiere es evadir su responsabilidad de dar respuestas adecuadas al 57% de jóvenes que están en desempleo en este país.

Ser emprendedor es una actitud y una aptitud que, como todas, parte se hereda en la información genética, y para otra parte de ellas es imprescindible la educación para desarrollarlas. Y ahí, chocamos con el siguiente escollo. El sistema educativo español tiene sus virtudes y sus defectos, pero el más destacado de los últimos, a mi modo de ver, es la capacidad que tiene para frustrar la iniciativa y la creatividad de los niños y las niñas desde muy temprana edad.

Memorizar, repetir ejercicios y no salirse del guión de lo establecido en los libros de texto es lo que hacen a la perfección los que mejores resultados tienen. El resto de las capacidades y habilidades quedan para otros espacios vitales. Los que tienen familias sensibles y con posibilidades económicas para llevarlos a otras actividades donde desarrollar esas capacidades -léase actividades artísticas (música, pintura, teatro etc.), deportivas, clubes de lectura o idiomas- tendrán mucho ganado a la hora de “ser emprendedores/empresarios”.

No se pueden sacar conejos de la chistera, ni dar con una varita en la cabeza de los jóvenes que están en desempleo para que se conviertan en algo, adjetivo o sustantivo, para lo cual ni están preparados, ni les damos recursos para hacerlo.

Pilar Lucio es portavoz adjunta de Empleo Grupo Parlamentario Socialista

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